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De sus hermanos y amigos

MÁS CARTAS A BERNARDO


De sus hermanos y amigos
AMIGO BERNARDO.

Amigo Bernardo, cuarenta años de vida compartida son muchos años vividos llenos de ilusiones y esperanzas. Has sido un ejemplo de sencillez, humildad, sabiduría y entrega que te ha hecho grande entre nosotros.

Has sido el amigo en quien podía confiar siempre, que amabas a los que yo amaba, un amigo que sufría con mis sufrimientos, un amigo que compartió mis alegrías y mis penas durante todos estos años.
Recuerdo unas palabras que dijiste en una ocasión: El Reino de Dios no «se lleva» a la gente, sino que se va descubriendo a medida que se comparte la vida con ellos. Creo que en el contacto con la gente: mayores, adultos, jóvenes y niños has descubierto que el Reino de Dios ha estado contigo. Siempre he admirado esa capacidad que tenías para acomodar el lenguaje a los distintos grupos a los que te dirigías: niños, jóvenes adultos y mayores. Eras un gran conversador y comunicador de tus ideales.

En el funeral de Salamanca y de Riofrio recordaba unas palabras de San Pablo: «nadie vive solo, nadie muere solo, Cristo con nosotros tanto en la vida como en la muerte». Esta ha sido tu experiencia según unas de tus últimas palabras » En la enfermedad soy consciente de que el Señor me acompaña, aunque con mucho silencio. Sé que Él está ahí. Así que vosotros tranquilos…»Aunque sabemos que hay personas que viven solas y mueren solas y abandonadas por los hombres, Tú has vivido y has muerto rodeado de muchas personas que te han querido y te quieren. Estas pruebas de amor que te han transmitido en tu enfermedad y en tu muerte, han sido una fuerza muy grande para tu familia y para nosotros los Dominicos de esta casa. Cuando hemos escuchado en la primera lectura la parábola del sembrador es lo que tú has hecho en tu vida. Y nosotros hoy, recogemos algunos de los frutos de tu siembra.
Doy gracias a Dios por tu vida, por tu familia, por nuestros pueblos de las Villas y porque hemos aprendido de ti que el principal valor personal es el Comunitario y has trabajado para hacerlo realidad en los pueblos y en nuestra comunidad.

¡GRACIAS!

Pedro Díez de Ulzurrun

BERNARDO, PARA SIEMPRE EN MI RECUERDO

Son muchos los años transcurridos juntos como para olvidar tantos y tantos recuerdos de proyectos compartidos, cargados de ilusión y de generosa entrega, animados por el mismo ideal dominicano. Bernardo, el compañero y amigo lúcido y clarividente en sus principios y criterios, coherente en sus actitudes y compromisos, fiel y constante hasta el final.

Ante su ausencia, la pregunta que me desvela y mantiene en vilo estos días: ¿de dónde sacaba él fuerzas para llevar a cabo su ingente tarea académica y pastoral con ese talante tranquilo, sencillo y optimista que siempre le caracterizaba? ¿Cuál era la savia que le alimentaba? Porque soy testigo de que, en medio de sus fatigas y desvelos, Bernardo fue ante todo un hombre feliz encarnando en cada momento de su vida la bienaventuranza evangélica del «hambre y sed de justicia» (Mt 5,6).

Tuve la suerte de tenerle como alumno de teología, pero reconozco que ha sido él, con su palabra y ejemplo, quien me ha dado la última y definitiva lección magistral. Gravemente enfermo como estaba, tuvo todavía el coraje de impartir un cursillo a los alumnos de la Escuela de Teología de nuestra Facultad: Pensar y vivir como Jesús. Claves de una moral evangélica. ¿No estaría ahí el secreto de su vida?

Juan

BERNARDO MI HERMANO, MI AMIGO

El hombre tranquilo. Hombre con raíces profundas campesinas. Dotado de una mente fértil, ágil y esforzada. A la par un gran pastor que con sabiduría, sabía acompañar a su pueblo, sembrando en él todo lo aprendido, irradiando paz, sentido común y presencia constante. Amigo querido por las gentes de los pueblos que admiraban en él su compañía, su sabiduría y sus consejos.

Siguió al Jesús que le invitaba a mirar y admirar las aves del cielo y las flores del campo. Gozaba de gran simpatía con las plantas que en su presencia lucían radiantes y le agradecían con sonrisas y aromas sus cuidados. Gran amante de flora y fauna campesina, que observaba, aprendía y transmitía.

El hermano ideal que uno puede soñar y del que damos gracias a Dios por habernos permitido gozar de su presencia durante muchos años, años no exentos de dificultades, pero colmados de satisfacciones enormes. Con él fue fácil y gozoso compartir el talante de familia dominica en Babilafuente y Las Villas, de las que fue excelente cronista.

Roberto Abalos
Su hermano y su amigo

Agradecimiento a Bernardo

Bernardo, te nos fuiste temprano; sabes que es una expresión típica de República Dominicana que expresa muy bien este trago amargo por el que estamos pasando.

Te agradezco tantos momentos de vida disfrutados intensamente. Me contagiaste tu pasión por la Moral que hoy continuo con mis alumnos. Pero, sobre todo, me diste un gran testimonio de vida evangélica. En los años compartidos en Las Villas, desde mi admiración por tí, aprendí de tu gran sentido de la responsabilidad, del trabajo y estudio constantes, de la lucha por la justicia y la paz, de la solidaridad comprometida. Disfruté de tu trato delicado y amable, creador de una preciosa convivencia en nuestra Comunidad.

Hace 12 años viniste a dar clase y sembraste la semilla de Acción Verapaz. Conocimos juntos El Seybo y hasta hace unos días me preguntabas por la radio y los invernaderos infundiéndome ánimo y fortaleza. 4 años después, en Vallejuelo, araste la tierra con el tractor que lleva tu nombre. Gracias por vibrar con nuestros proyectos, por sentirnos cerca, por tejer tantos lazos de amistad, por enseñarnos a cultivar la esperanza en un mundo mejor.
En nombre de la Familia Dominicana de Haití y República Dominicana te pido nos sigas acompañando desde el cielo. Nuestra Señora de la Altagracia, cuya fiesta celebramos hoy, te protege bajo su manto. Enciendo una vela en la Basílica dando gracias a Dios por tu vida y pidiendo la fortaleza para tu madre, tus hermanos y toda tu familia.

Miguel Ángel Gullón Pérez, República Dominicana

HABLANDO CON BERNARDO (q.e.p.d.)

– Buenos días, Bernardo.
– Buenos días, Temi.
Me cuesta aceptar que te has ido para siempre. Quiero y debo pensar que estás junto a nosotros, como el día 13 de agosto de 2010, celebrando la Eucaristía en nuestra iglesia de Moríñigo. Te acompañé en el altar y antes de comenzar la Santa Misa me dijiste al oído:
– Temi, me duelen las piernas. Te miré a los ojos, vivo reflejo de la bondad y humildad que siempre transmitías, y acercándome al micrófono hablé a las personas que llenaban nuestra iglesia (celebrábamos la fiesta de la Asociación de Mayores, San Antonio de Padua) y les comenté el artículo que unos días antes había publicado en La Gaceta de Salamanca el padre Manuel Muiños, párroco de Cordovilla.
-¿Te acuerdas, Bernardo?
– Sí, sí me acuerdo.
Los sacerdotes que conviven en la casa parroquial de Babilafuente, decía el artículo, son hombres sencillos y de gran corazón.
Con la humildad que te caracterizaba contestaste:
– Bueno, bueno Temi, no es para tanto.
Ahora, Bernardo, espero que hayas leído la frase que escribía el sacerdote en el mismo medio de comunicación al día siguiente de dejarte descansando en tu querido pueblo Riofrío. Decía Manuel Muiños:
– Se nos ha ido una gran persona.
– Bueno, bueno, no es para tanto.
– Sí, sí es para tanto, Bernardo.
Espero que estés contento con las muestras de cariño que te hemos manifestado todos estos meses de tu enfermedad. Especialmente el sábado y domingo, cuando te dejamos dormido en Riofrío. Sabes que todos los que te hemos conocido te queremos mucho. Nos hemos preocupado por tu estado de salud.

– Temi, dales las gracias a todos por el cariño que me tenéis. Especial recuerdo para mi hermana Esperanza, que estuvo día y noche junto a mi cama los últimos meses. A toda mi familia ( ¡Qué familia tienes, Bernardo! ) y a todos mis hermanos sacerdotes de Babilafuente: Paco, Pedro, Quintín, Luis, Ismael, José Antonio, Alfredo, ( que hace dos años nos dejo ), por lo muchísimo que me han ayudado. No quisiera olvidarme de ninguno. Un abrazo especial para todas las personas de los pueblos de las Villas: Villoruela, Babilafuente, Villoria, Moríñigo. También para los de la comarca de la Armuña: Pitiegua, El Pedroso, Arabayona, etc. Me acuerdo mucho de todos. Dales las gracias en mi nombre.
– Bernardo: estoy con ellos, ya les he dado las gracias. Me dicen que no las merecen. Que tú eres el que te lo mereces todo. Sabemos, porque nos los dijo José Antonio, tu compañero en Acción Verapaz, que tus últimas palabras antes de quedarte dormido fueron:
-«Estad tranquilos, yo estoy tranquilo porque sé a dónde voy».
-¡Qué grande herencia nos has dejado, Bernardo!: bondad, sencillez, sabiduría…..la sonrisa siempre en tu rostro.
Permíteme solamente unas lagrimas de emoción, como las que derramé abrazado a tu hermana Esperanza en tu casa de Riofrío, después de dejarte descansando en el Camposanto y antes de nuestro regreso a casa. Perdóname, los hombres también lloran.
Bueno, Bernardo, ya no te canso más por hoy. Sabemos que estas aquí con nosotros.
– Un abrazo muy fuerte. Creo que es hora de que vayamos a descansar.
– Buenas noches Bernardo. Gracias por todo.
Descansa en paz. Adiós. Te queremos.

Artemio Rubio,
Presidente de la Tercera Edad
Moríñigo, 26 de enero de 2012

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