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UNA SEMANA SANTA DIFERENTE

Me asomo a la ventana y percibo un silencio rasgado por las voces de algún en niño jugando en el balcón de su casa. Miro al cielo y veo las palomas cruzar un espacio muy azul, como las focas en los mares helados, cogiendo impulso y cuando ya son como un proyectil, cierran las alas y salen disparadas a no se sabe dónde.

Mi ventana da a un patio de vecinos, tan grande como la plaza mayor de cualquier pueblo que se tenga por importante…bueno eso en cuanto al espacio, tengo que reconocer que en cuanto a vida visible en los días normales  está más cerca del planeta Marte, del cual dicen que es la patria de los marcianos y yo tengo mis dudas de que existan a pesar de haber conocido algunos con síntomas compatibles.

Al asomarme a la ventana, no puedo por menos, se me vienen a la cabeza esos tebeos de Mortadelo y las contraportadas del nº 13 de la Rue del Percebe, en aquellos tiempos en que no teníamos ni idea de lo que era un percebe, como mucho sabíamos lo que era una gamba en el arroz de los domingos. La idea me viene al ver en estos días a los vecinos mucho tiempo en los balcones, a esos padres que les han puesto a las niñas una mesita en el balcón y las veo jugar con las muñecas y al vecino que vive debajo que se ha puesto una tumbona para salir a fumar, otros con pinta de estudiantes que salen en cueros a tomar el sol, etc., etc.

Y ese aparato que comenzamos llamando teléfono y que no se cae de nuestras manos, es como un pequeño huerto, sembramos una semillita y estamos esperando a ver que fruto nos devuelve…alpiste, como los pájaros, nos estamos alimentando de alpiste, ese es el fruto que nos da ese aparato. Ayer estaba contestando a una hermana de mi madre, adivinad el parentesco, que nos recordaba la herencia de la Fe recibida de sus padres y yo le respondía que yo más, recibo el sopapo, por el mismo canal, de que ha muerto Tini, persona muy querida por mí y por toda mi familia. ¡Señor, te llevas siempre a los buenos!, luego pensé, Señor: no dejas títere con cabeza.

Esta semana Santa va a ser un poco rara, de hecho, mañana será domingo de ramos y yo llevo una semana sin afeitarme, me miro al espejo y me digo: pareces un lobo, mi mujer me dice que parezco un gitano, que diga lo que quiera, hasta que no vuelva a misa no pienso afeitarme. La cuestión es que me han pedido que escriba algo para Besana, me han pillado un poco en plan cuarentena, pero no puedo dejar de reconocer que para mí es un honor que me pidan algo así y acepté el desafío. Me propuse no hablar de mí mismo ni de mis aburridas circunstancias personales, luego pensé que si quito el término ”mí mismo” de la ecuación, esta queda sin relato. Llevo solo una semana de cuarentena, el resto de mi familia ya lleva tres, la semana anterior, en el trabajo, fue un poco dura para mí, dejar las cosas organizadas para poder cerrar sin generar un caos que luego fuese irrecuperable. Dicen que en las crisis sale lo mejor y lo peor de las personas, la sensación que tuve fue de que no dio tiempo a mezclarse bien las cosas y esos días salieron en forma de tropezones todo lo malo o lo peor del egoísmo humano y yo me consolaba diciéndome a mí mismo: “Ya saldrá lo bueno todo junto”. En fin, cerré todos los asuntos que pude y me fui con buen ánimo a mi casa, con intención de pintar, leer buenos libros, ver películas en el canal de Amazon Prime y Rezar mucho…bueno, nada es tan fácil como parece, recuerdo cuando me operaron de anginas y me ofrecían comer muchos helados y no fui capaz de comer ninguno.

Mañana es domingo de Ramos, no pienso estrenar nada y me da igual que se me caiga un pie o una mano, pero no quiero dejar pasar la oportunidad de reflexionar sobre la humanidad de Jesucristo, Dios hecho hombre con todas sus consecuencias, idéntico a nosotros, maestro, kamikaze del amor, guía en el camino y ejemplo que nos muestra que somos algo trascendente, que lo de aquí y lo de Allí es una misma cosa, que el Padre nos creó para Si y que el paso es eso, simplemente un paso y que aquí quedará un polvo rico en nitrógeno que dará vida a las plantas pero el Padre nos llamará por nuestro nombre, para siempre, para siempre, por siempre jamás, me da alegría y esperanza y luego pienso que con este lío del coronavirus no he podido podar la viña, bueno a lo mejor salen más racimos, mi padre en circunstancias normales sentiría vergüenza pero a mí francamente me da igual, que le voy a hacer…

Intento pintar, me pongo delante un lienzo en blanco, no estoy inspirado. Paso la mano por encima de la tela, noto su aspereza raspándome la mano como el papel de lija, para hacer tiempo tomo un gran bote de geso y con un rodillo cubro de blanco un lienzo en blanco con la intención de suavizarlo y que por lo menos no se me atoren los pinceles, cuentos chinos que me cuento a mí mismo. Me siento en el sofá con intención de rezar con ayuda de un libro: “Los males físicos, si se llevan por Cristo se convierten en verdaderos tesoros. A la luz de Cristo todo cobra sentido.” Enarco involuntariamente las cejas y continuo “Yo te voy a decir cuales son los tesoros del hombre en la tierra para que nos los desperdicies: Hambre, sed, calor, frio, dolor, deshonra, pobreza, soledad, traición, calumnia, cárcel.” Uff…como diría Chiquito de la Calzada, no puedo no puedo.

Se me vino a la mente la historia del Padre Pío, santo de la iglesia, padre capuchino y el interés que sentía mi padre por él.

Que duro se me hace ese camino, ¡qué difícil entrar por esa puerta tan estrecha!

Días antes, cuando comenzó esta movida, agarré los pinceles,  tenía en la cabeza las palabras del salmo 130: De profundis ad Te clamavit Domine…y pinté lo que me salió espontáneamente, aunque ya me rondaba hacía unos días por la cabeza, apareció la imagen de un miserable arrinconado pidiéndole a Dios misericordia.

Ya estoy añorando celebrar los oficios de este Jueves Santo, en los que no estaremos juntos, pero sí en espíritu. En Jueves Santo se celebra la institución de la Eucaristía, la fiesta del AMOR, de la entrega y del sacrificio. Ese día del amor tenemos la tradición en nuestra querida Cofradía de ir a visitar a los enfermos y somos invitados a penetrar en sus casas, acompañando al Santísimo, venciendo barreras, no es fácil y el que diga lo contrario miente.

Volví a tomar los pinceles, volví a celebrar la ceremonia del geso con la intención de que las musas me fueran propicias y luego me lancé a embadurnar otro trozo de tela, ¿Quién es ese tío? Me preguntan en mi casa, como si fuera la de la mochila azul. Ya os lo explicaré, les dije, francamente sin ninguna gana de dar explicaciones de algo de lo que yo mismo acababa de darme cuenta, cuando se asentaron en mi cabeza las palabras de San Pablo que me habían inspirado, “ya si eso…ya os lo contaré”. “Cum enim infirmor, tame potens enim” lo que más o menos significa: Cuando soy flaco y débil entonces soy fuerte. (2COR 12, 10) y se me venía a la cabeza lo que está pasando un compañero de trabajo víctima del coronavirus que vino a Villoria al IV encuentro Nacional de Cofradías de Minerva, el director del coro, para ser más exactos, él mismo describe su estado como si tuviera mal de altura en el Aconcagua.

Añoraré íntimamente el Viacrucis del Viernes Santo, ese que siempre llama la atención por lo recio y austero, retrato fidedigno del alma de un pueblo, a mí me sobran las lecturas, preferiría el silencio, solo me quedo con la imagen de esas cruces grandes y pesadas, llevadas a plomo por un pueblo de cirineos que saben que están llevando la Cruz de Cristo, aunque solo sea por un rato, todos sabemos que no quedará sin pago.

Una semana en casa, 24 horas al día libres…el tiempo se escapa como el aire de un globo después de un cumpleaños. Esta tarde mientras pensaba todas estas cosas que os cuento he puesto otro lienzo en blanco delante de mí, se me quedó en la cabeza la primera lectura de la misa de este miércoles del profeta Daniel y el himno de los tres jóvenes ante el rey Nabucodonosor, caminando hacia el horno ardiente: Trium Puerorum, cantémus hymnum, quem cantábant sancti in camino ignis, benedicéntes Dóminum. (Cantemos el himno de los tres jóvenes, el que los santos cantaban en el horno encendido bendiciendo al Señor.) Saqué las pinturas buenas, no las de los chinos, los colores transparentes, porque estaba viendo la imagen de los mártires dentro del horno, sanos y salvos cobijados bajo las alas de un ángel del Señor.

Perdonad mis palabras si a alguno os resultan extrañas o incomprensibles, pero es lo que me inspiran estos tiempos de tribulación.

 

José Juan Palomo Cascón

 

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