Un día intenso el de ayer en nuestro pueblo: empezamos el jornada con el campeonato de ping pong y lo terminamos con el torneo de pádel, dos actividades deportivas novedosas que esperemos vuelvan a repetirse en próximas ediciones. Enhorabuena a organizadores y participantes.
Y en medio de las dos, la ya tradicional colocación de la Mariseca, enseña anunciadora de que las fiestas están a tiro de piedra, aunque sea de piedra vieja, casi milenaria, resquebrajada, con arrugas y cicatrices propias de su vejez como son las que configuran la espadaña de nuestra iglesia, sustento de nidos de cigüeña, a la vez que santo y seña de nuestro pueblo, aunque a alguno le pese.
Salud para que esos intrépidos escaladores lo sigan haciendo por muchos años, al son del tamboril charro y el trote de los caballos.
Un inciso para terminar: con tanta afluencia de gente, igual sería conveniente aumentar el presupuesto en perronillas…
Fotos Pilar Corredera