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¿Y ahora qué?

Hace semanas que quería escribir sobre este tema pero distintas circunstancias, campaña electoral y convocatoria de nuevas elecciones me han hecho replantearme el artículo. Lo he ido cambiando o borrando. Espero en otro momento hablar de otros temas pero ya habrá tiempo para ello.

Hace algo más de una semana que salimos de las votaciones. No voy a entrar a valorar los resultados de ese domingo. En cada pueblo ha sido diferente y no se pueden extrapolar a otra zona. Lo sensato suele ser votar por personas dentro de una candidatura aunque sigue habiendo gente que vota a unas siglas, a pesar de que en los pueblos todos nos conocemos.

Con la resaca electoral nos encontramos con una sorpresa, que volveremos a votar en menos de dos meses. Casi sin recuperarnos seguiremos en campaña. La íbamos a tener igual, el consuelo es que no tendremos que esperar a final de año. Puesto que nos toca en pleno verano y algunos de vacaciones. Así que volveremos a ver políticos por nuestras calles, no tanto como en las pasadas elecciones, pero sí en la televisión y demás medios de comunicación.

Ya están los partidos y coaliciones repartiéndose el orden en las listas para el congreso y el senado, salvo en algunos casos que por la falta de tiempo serán las mismas listas que la última vez. Haciendo campaña para que votes (unas veces por miedo a lo que vendrá, otras porque debes votar bien o el voto que llaman “útil”), recordando fantasmas del pasado, dividiendo y polarizando la sociedad cada vez más desde los últimos años.

Pero el mejor resultado de las pasadas elecciones fue para la abstención que puede ser mucho más alta en las generales. Un dato que no se le ha dado importancia por parte de partidos o de medios de comunicación. Ni siquiera han hecho algo de autocrítica por su propios resultados. Pero mucha gente se quedó en casa ya fuera por cansancio, por pereza o alguna otra razón. Habrá alguien que diga que si no vas a votar no te puedes quejar, pero eso no es así. Votar es un derecho, no una obligación. Hay varias opciones, desde votar a un partido, votar en blanco (favoreciendo la lista más votada), voto nulo (que influye en los porcentajes y favorece a los partidos mayoritarios) o no ir a votar (abstención).

¿Qué hago en unas votaciones si el sistema de partidos de este país no me representa y estoy en contra? Pues no ir a votar. Personalmente ejercí mi derecho a voto con una abstención activa, me acerqué al colegio electoral y delante de la mesa y de los partidos rompí mi voto como protesta, como desobediencia ante la oligarquía de partidos y para luchar por una democracia en este país. Cada vez hay más gente concienciada en esta lucha y el día de las generales saldrán a protestar por un cambio.

Yo no vengo a convencer como hacen otros, solo a mostrar otra parte silenciada y que está ahí. Como Alfonso ha dicho en alguna ocasión en sus artículos o en su libro, si no fuéramos a votar podríamos cambiar y poder tener parte de ese poder del pueblo que lo tienen nuestros políticos. Es hora del cambio, ha llegado el momento de parar y así crecer como sociedad y estado.

Héctor

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