La radio, ese medio de comunicación centenario que revolucionó el mundo de la información y el entretenimiento a finales del siglo XIX, celebra hoy su día mundial.
Muchos vivimos nuestra niñez y nuestra infancia pegados a ese aparato de donde salían voces, en el que los programas estrellas eran la radionovela de la tarde, los discos solicitados y los noticias diarias de Radio Nacional de España. Más tarde fueron los cuarenta principales y el carrusel deportivo del domingo. Por las mañanas viajamos de costa a costa con ese pedazo de locutor, leonés de nacimiento, que es Luis del Olmo; y por las noches nos divertíamos con la Hora 25 y su sección deportiva, al frente de la cual se encontraba el pequeño, pero incisivo, mordaz y polémico José María García. Para terminar, nos dormíamos con la voz pausada y envolvente del Loco de la Colina , ese animal radiofónico de nombre Jesús Quintero que nos dejó, el año pasado, huérfanos de ese periodismo enigmático, pausado y lleno de silencios sugerentes.
A día de hoy, la radio ha sabido hacer frente a todo ese maremagnum de cambios y de revolución que han supuesto la aparición de las nuevas tecnologías, de las redes sociales y del mundo audiovisual, para mantenerse vigente y más vivo que nunca.
Una vigencia y supervivencia que hubiéramos querido para esa emisora de radio que Villoria tuvo en su día, referencia para toda la zona de las Villas y que se quedó por el camino como tantas otras cosas. Radio las Villas fue su nombre, con sede en el edificio de la tercera edad, lugar donde uno de sus locutores más conocidos pasó y nos hizo pasar buenos ratos: Basilio Sánchez Lázaro (saludos).
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