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HOY YO TAMBIÉN ME PINTO LAS UÑAS

La pasada noche a más de uno se le hizo larga. Yo fui uno de ellos. No era para menos, la rutina y la monotonía de un pueblo como el nuestro se vio rota por un tremendo suceso: a los niños que participan en los talleres de la ludoteca ¡¡¡LES HABÍAN PINTADO LAS UÑAS!!!.

Lamentable suceso que sacó de quicio a una de las madres hasta el punto de publicar un vídeo que ni podemos ni queremos reproducir, pero que la mayoría de vosotros ya habréis visto y requetevisto.

Creedme que no es nada fácil hablar de este tema. Detrás de la persona que lo publica hay familiares que son nuestros vecinos, conocidos y amigos que, a buen seguro, lo están pasando mal. No conocía a Ruth nada más que de vista, y ahora algo más por sus publicaciones en Facebook. Lamento mucho decirle que, desde mi punto de vista, se ha equivocado. EL debate que se ha creado ha sido intenso y en un principio podía pensar que las opiniones vertidas en contra de lo que había publicado, le harían recapacitar, pero no. Se reafirma en lo dicho y me da que de aquí no se puede sacar más.
Ruth, por si lo desconoce, no lo recuerda o no se lo han contado, le diré que hace años en este país, que todavía se llama España, hubo una época -no demasiado lejana- en la que tener determinadas tendencias sexuales era motivo de mofa, de desprecio, de burla y en casos extremos hasta de cárcel. Si, de cárcel. Y hoy, todavía en más de 70 países del mundo es considerado un delito castigado con ella y en varios de ellos con la pena de muerte. Por tanto, hay que tener mucho cuidado con lo que se dice, se escribe y se comenta so pena de convertirse en cómplices de movimientos homófobos aun presentes en pleno siglo XXI.

Afortunadamente, las cosas están cambiando, pero no lo deprisa que todos quisiéramos, sobre todo con opiniones-libres por supuesto, aunque dudo que respetables-como la suya.
Me gustaría rebatirle una a una las aseveraciones que hace en su vídeo, pero no lo voy a hacer porque ya lo ha hecho, debida y respetuosamente, alguien que ha tenido la valentía de hacerlo públicamente. Podía haberlo hecho cualquier otro, pero lo ha hecho Rubén Cañizares, y lo ha hecho en nombre de todos los que forman el colectivo LGTBI de todo el mundo, ese colectivo al que usted banaliza y desprecia. Comenta alguien en su Facebook que lo que ha hecho es intentar apagar su luz para que brille la de él, pues siento decirle que la verdad es que su luz era una vela y la de él una lámpara led. Así, tal cual.
Por cierto, Rubén Cañizares, para quien no lo sepa, es mi sobrino. Por tanto, me ha tocado vivir de cerca los momentos en los que comunicó, primero a sus padres y después al resto de la familia su orientación sexual. Me consta que más de una echó alguna lágrima. ¿Lloraban porque era gay? No. Lloraban porque temían que a partir de entonces alguien le hiciera daño por ser homosexual. Esa era la triste realidad.

Hoy, afortunadamente, los llantos se convierten en rabia y en firmeza por defender algo de lo que no hay que avergonzarse y en eso Rubén nos ha dado un ejemplo. Sirva esto que escribo como apoyo a todos los que sufrieron, han sufrido y les tocará sufrir el desprecio de parte de una sociedad que se define en su mayoría progresista, moderna y solidaria pero que todavía deja mucho que desear.
Esta noche, aunque sea simbólicamente, yo también me pinto las uñas.

SPP

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