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Visión retrospectiva de un tiempo pasado de nuestro pueblo_2

Y AQUEL DIA SEGUÍ PASEANDO Y RECORDANDO

Visión retrospectiva de un tiempo pasado de nuestro pueblo_2
Y justo cuando me iba del juego pelota, miré para el cementerio porque estaba la puerta abierta, allí había un hombre haciendo un agujero, era la señal, que en el pueblo, había un muerto ¡Lo siento!

Y también lo siento que el juego pelota que tenía muchos, muchos años, borrado del mapa nadie del se acuerde. Ni una simple piedra dejaron en su sitio para su recuerdo- ¡Culpables si los hay los que habéis mandado en el pueblo!

Y allí, en el cementerio están los que en él jugaron y muy bien por cierto. El tío Pindoque y el tío Vaqueño que de lo buenos que fueron hasta cantares les sacaron. Y luego vinieron otros, los hijos del tío Pindoque, Varreñas, Busa y otros que ahora no recuerdo. Si pudieran ver lo que habéis hecho, os lo reprocharían pero ya no pueden, todos están muertos. Pero no dudéis a todos, a todos se nos pasa el tiempo y es muy bonito, que de todo y de todos quede algún recuerdo.

Y cuando iba paseando me acorde de ellos, porque en lo que se les recuerde no, no están muertos. El olvido es triste, de los hombres y de las cosas que ellos han hecho.

Y miré a la calle donde vivía el cura y vi la parra que tenía en la puerta llenita de uvas. Eran tintas, tintas muy oscuras, se parecían a la sotana que vestía el cura.

Y seguí por la calleja para ir a la casa donde vivían mis abuelos y miré donde antes estaban los inmensos nogales que en aquella calle había y me acordé de el tío Papeleta cuando cuidaba las nueces, con una escopeta.

Y cantaban los pájaros entre los espinos. Esa calle hace mucho tiempo toda ella eran frondosos huertos muy bien protegidos, por enormes vallados y enormes matas de espinosos espinos y como era primavera tenían los pájaros sus nidos allí muy bien escondidos.

Y en una de aquellas cortinas que estaba sembrada de cebada, había un muchacho golpeando una lata ¡Y cantando, decía así! ¡Os, os, pájaro culón vete a la cortina del tío Mandilón, que él es muy rico y nosotros No!

Y entré en la casa donde vivía mi abuela con un poco frio, me dio un cacho de pan y un trago de aguardiente y salí a la calle contento y con el estómago, caliente, caliente.

Y ya en la calle me paré en el corral que tenía el tío gallego, del que salía un pequeño regato con agua muy limpia de una pequeña alameda y de un huerto, que había, un poco más dentro. Todo ha desaparecido, la alameda, el huerto.

Y desde allí a lo lejos se escuchaba el molino que tenía el tío Fale. Los molineros eran. Procopio y Cachorro que allí trabajaban y los dos aguantaban sin cascos el ruido que hacían las piedras, para moler el centeno, el trigo y también la cebada.

Y me fui calle abajo y como era la hora de almorzar, olía toda la calle a sopas de ajo.

Y venia una mujer con una corneta ¡Era la alguacila, que venía pregonando! ¡De parte del Sr. Alcalde que vaya todo el pueblo, esta tarde al ayuntamiento a escucharle!

Y la iglesia como es inmensa se presentó a mi paso, he hice como cuando era muchacho, intentar meter en un agujero que había en la pared, un canto y espanté a los pájaros.

Y al otro lado en la plaza, estaba la cruz de piedra, donde jugaban los niños, dando vueltas alrededor de ella, otros se subían a lo alto de ella. Como un día hace mucho tiempo, también lo hice yo ¡Hay cosas que aún se recuerdan!
Y de frente, estaba la puerta para entrar en la iglesia, retorcida y vieja por donde entraban los fieles, a escuchar la misa los días de fiesta.

Y en lo más alto de la torre el nido que tenia la cigüeña, tan viejo como ella, hecho de palos y hierba para resistir del tiempo, las lluvias y los fuertes vientos.

Y las campanas sonaron con el talan, talan de aquel tiempo, no sé si porque era fiesta, o porque había un entierro. A mí aquel sonido me llegó dentro, muy dentro.

Y en la plaza, los niños se subían a una vieja escalera de piedra que había en la puerta de una antigua panera. ¡Y allí cerquita en la misma esquina estuvo hace mucho tiempo la tienda que tenia la tía Venera!

Y debajo, del viejo ayuntamiento, estaba el colegio de Dña. Teresa, que fue la profesora de hace tanto tiempo que aquellas alumnas ya todas son viejas ¡Como pasa el tiempo! Lo siento por ellas. Yo también soy eso.

Y un poquito más adelante la fuente el Castillo, que era un hermoso pozo con brocal de piedra y con peces, amarillos, amarillos y rojos ¡Que hermoso era todo! Los peces el pozo.
Y en la misma plaza estaba la tienda del tío Lucio el Vizcalbaro donde iba todo el pueblo a coger la ración, en la era, del dictador Franco.

Y pasé por la puerta del tío Julio el morros, aquella casa tenía el aspecto como la de un convento, dos bancos a la puerta y clavado a la puerta había un crucifijo y dentro todos de la misma familia un cura y dos monjas, tan devotos eran que al pasar por la puerta olía a sacristía y el juez chico era de la misma familia. Pero era buena gente ¡No como otros de esos que comían y desayunaban con ostias y luego te las devolvían con muy malas formas.

Y pasé por la puerta de Moreno y Encarna que tenían una tienda donde vendían quincalla. Entre otras cosas vendían el calendario. Zaragozano que pregonando por las calles así decían ¡Calendario zaragozano cómprelo que para algunos será bueno y para otros será malo!

Y pasé por la puerta del tío Agustín que era acopiador de trigo, cebada y también de patatas, este hombre ya de aquella vestía elegante, hasta ponía corbata.

Y a la vuelta de la esquina vivía Bolú que cuando salía de casa lo hacía, haciendo cruces y cuando araba la tierras, al acabar se ponía de rodillas, se quitaba la gorra, se tapaba los ojos, y dicen que rezaba, para que la cosecha, por su fe, fuera buena y que allí, donde él sembraba, lloviera, para que bien naciera y luego fuera buena.

Y seguí caminando y pasé por un puente hecho de una sola piedra, porque por allí pasaba hace mucho tiempo un pequeño regato y en la misma esquina, tuve que dar un salto, pues allí siempre había, un inmenso charco.

Y me encontré de frente, la casa de Maestre, grande muy grande, hecha de ladrillos. Donde vivía con su familia al que llamaban Chocho, que cuidaba de la casa y de todo. ¡Le llamaban el Mozo de labor!

Y al otro lado, la inmensa cortina también de Maestre, allí había inmensos negrillos y rosales hermosos. En aquel lugar se hizo un barrio nuevo. Las casas, lo han borrado todo.

Y seguí mirando a las calles que dejaba a mi paso y sufrí sobresaltos, al comprobar que faltaban muchos de aquellos, que yo quería tanto.

Y antes de llegar al horno del tío Arístides y la señora Salo me olió a pan caliente y me recordé de aquella canción, que decía así. ¡Tía María tía María que me vuele pan caliente que me dé usted un churrusquillo pa mojarlo en aguardiente.

Y de vuelta a donde era mi casa, me restregué los ojos, porque no sabía si había estado paseando o si estaba soñando, la vida es así, cuando caminamos, acabamos cansados y por eso dudamos ¡Si dormimos o soñamos!

Y como la vida es sueño. Llegué a la conclusión que la vida si es un sueño y los sueños SON.

Pero yo paseé con mucha ilusión, por aquellos sitios, recordando el pasado y eso te da alegría te da ilusión y también te da pena, al comprobar que todo que todo acabo.

Y lo siento por vosotros jóvenes de ahora ¡Que mi recorrido os diga tan poco! ¡Ya todo es pasado! Y siempre se han dicho ¡De agua pasada no mueve molino! Yo también lo digo. Pero a mí me fortalece recordar aquello que yo he vivido y que tanto siento, haberlo perdido.

TODO SE PIERDE

Que la vida es sueño
también lo sé yo
¡Y que se puede hacer!
Sembrar una flor
¡Si la vida parece estar hecha
por un mal traidor!

Caminemos de prisa
o caminemos lentos
el camino que hacemos
ahí queda hecho
en tu conciencia
y dentro de tu pecho .

¡Qué bueno sería!
Que las flores
siempre estuvieran frescas
y pasar la vida
como si todos los días
fueran fiestas y solo fiesta.

Pero las nubes vuelan
por encima de nuestras cabezas
sembrando sombras
que a veces nublan
las nobles conciencias
todo lo que se pierde, siempre te da pena.

Me gustaría pasar por la vida
sembrando
solo lo que gusta
como frutas dulces
como lindos lirios
y poder dormir, como duerme un niño.

Pero todo es así
`y aun que rodees de los caminos torcidos
en la vida todo está ya hecho
en el suelo, en las nubes, en el cielo.
Y camines por donde camines.
Para ti solo hay ¡Un simple sendero!

SIGI
Sigifredo Maria Cascón

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