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Erase una vez hace ya mucho tiempo, que una cuadrilla de niños de Villoria...

UNA PEQUEÑA BIOGRAFIA DE UN NEGRO PASADO (I)


Erase una vez hace ya mucho tiempo, que una cuadrilla de niños de Villoria…

….se desplazaba a una dehesa, lejos, muy lejos del pueblo y en la estación de

Babilafuente coger el tren que nos llevaría hasta Salamanca y otro poco del camino en un autobús de la época, hasta un pueblo llamado Vecinos y unos cuantos kms. mas bastantes andando,

Varias horas, todos calzados con las típicas albarcas. pantalón de pana y la boina, que por entonces era de uso general, para mayores y menos mayores,. Pues esa boina era como una apéndice de los españoles de la época. Tanto era así, que poco antes el propio Hitler se atrevió a decir ¡Que los españoles éramos unos hombres pequeñitos, con gorra y muy mala leche!

Estos hombrecitos que aun por entonces ni siquiera tenían esa mala leche que aquel tirano dijo que los españoles tenían, no eran otra cosa que unos niños con una inocencia innata, que iban a ser explotados por un tirano, de características hitlerianas y que ambos sí que demostraron tener, esa mala leche con sus obras, el primero, con la cruel guerra que provoco y el otro, explotando a todo el que caía en sus manos. .

Estos niños iban a tierra de montes, a convivir entre toros y cerdos para ganarse unas pesetas que eran muy necesarias para sus humildes familias, que lo necesitaban para lo más necesario que era el pan y el rico tocino, que era la mejor tajada de entonces. Quien lo tenía, que había mucha pero mucha gente, que ni eso tan necesario tenia.

Esto que voy a escribir que en su comienzo parece que se tratara de relatar un cuento, porque empiezo diciendo, erase una vez. No solo no es un cuento, sino unos hechos que visto con los ojos de hoy, son de una crueldad desmedida, pero sucedieron tal como yo lo voy a contar.

¡ Hoy se habla de la terrible miseria del cuerno de África que es terrible! Se están muriendo de hambre y sed y que pase esto en esta época que vivimos, en un mundo globalizado, en un mundo donde todo está al alcance de la mano y que no se actúa por falta de solidaridad, porque saber hoy se sabe todo, sea donde sea y además también se sabe, que alimentos hay suficientes pero se reparten mal por los que mandan como ha pasado casi siempre.

Lo malo que en estos momento que estoy escribiendo esto estoy viendo venir en esta España cosas muy, muy graves que ya veremos qué pasa porque el hambre está volviendo.

Pero en aquellos años los de mi niñez en la piel de toro que es la España nuestra se vivían situaciones muy semejante, el hambre era terrible y no se sabía como hoy, hoy si se sabe donde se está pasando mal. Pero entonces los propios mandones se preocupaban que no se supiera.

Cuando llego el racionamiento algo se supo al ver las colas en los comercios, pues algo se mitigo la hambruna, porque fue con lo que se iba tirando, pero había quien estaba ya tan mal que tenía que vender parte de lo poco que se le daba para comprar una medicina aunque la enfermedad fuera por el hambre que se había pasado.

Nosotros si teníamos agua que a esa pobre gente de África hasta eso les falta, pero el hambre aquí era no sé si igual pero terrible, esto que escribo si alguien lo duda que pregunte a personas que hayan cumplido los ochenta y le dará la respuesta, yo se que se ha olvidado mucho de lo que se paso en la década de los cuarenta, los cincuenta y un poco más.

No dudo que haya quien diga que estoy exagerando, quizá quien lo niegue es que no vio llorar a su madre porque no tenía que darles de comer a sus hijos, pero yo si lo vi y os digo que paso, aunque haya quien lo niegue y diga que lo vivido por nosotros, no se parece en nada con lo que se vive hoy en África, quizás no por la situación geográfica en que nosotros nos encontrábamos que es diferente a la de ellos, ya he dicho que nosotros agua si teníamos, pero lo nuestro fue malo muy malo.

Lo que está pasando hoy en Siria, paso en España y el que no lo crea que mire algún reportaje donde se ve a los españoles saliendo por la frontera a Francia, camino a un no sabían dónde, pero a un sitio igual o peor que los que están los de Siria, ellos mueren en el mar los españoles de frio al travesar los Pirineos y más tarde como ellos en los campamentos. Tan malos o peores que los que tienen estas pobres gentes en esta era llamada moderna.

Bueno voy a seguir con mi pequeña y cruel biografía. Como dije, una cuadrilla de niños de Villoría emprendimos aquel camino a tierra de montes, cargados con un hatillo que no recuerdo que es lo que en el llevábamos, pero como mucho, una manta y creo que nada de ropa interior y si puedo asegurar, que calcetines no, pues nuestros calcetines eran unos simples trapos de lona, que envolvíamos en los pies y que aguantábamos sin cambiarlos ni lavarlos hasta que se rompían, eso eran nuestros calcetines.

Recuerdo que era pleno invierno, por tanto el frio era intenso, allí entre encinas, en la ladera de una pequeña montaña, que estaba nevada ,el frio era varios grados bajo cero, frio que aguatábamos estoicamente como lo hacen personas curtidas en las más adversas situaciones, pero nosotros éramos simples niños, que ninguno pasaba de doce o catorce años, niños que debíamos estar en el colegio.

Pero entonces los que mandaban no consideraban que el colegio es donde se forman para que de adultos sean hombres capaces y donde lo que se aprende sirva para hacer un mundo mejor y más prospero.

¿Pues qué puede hacerse sin cultura? ¡Nada! Y eso es lo que pretendía el régimen que por entonces en España había, que lejos de fomentar la cultura te decía. ¿Usted escuche y calle que eso es cosa nuestra? Es decir que te decían, que ya estudiaban ellos por ti, que tu trabajaras y callaras, sin importarles que tú eras un niño, que tenias que formarte. ¡Aunque no era eso con todos, pues había niño que tenia mejor suerte según quien fuera su familia, si vestían camisa azul, te trataban de otra manera!

Era una época confusa y equivocada que pagaron los que ninguna culpa tenían los niños y por si fuera poco por entonces corría un cruel dicho en el que se decía, ¡El trabajo del niño es poco pero el que no lo aprovecha era tonto! Eso era no sé si una costumbre o una necesidad, yo creo que una necesidad, pero se llevaba a la práctica sin mirar lo desastroso que podía ser el futuro de esos niños cuando fueran adulto.

Estoy seguro que una gran mayoría de los niños de mi época en las estadísticas figuramos como analfabetos relativos pues pocos podrán demostrar con papeles que sabían leer y escribir, yo en el único sitio donde dice que si se leer y escribir es en la famosa cartilla militar, en la que decía que si sabía, lo que me sirvió después de una pequeña prueba hecha por un teniente, que pasara a dar clases ha analfabetos absolutos, yo que por entonces no sabía si burro se escribía con, b o con v.

A Dios gracias que muchos tuvimos el coraje de perder muchas horas de sueño para ponernos un poquito al día cuando ya éramos adultos, Bueno esto es otra cosa que quizás comente en otra ocasión.

Voy a seguir con lo que quería contar sobre el duro trabajo que fuimos hacer en a aquella dehesa de aquel usurero, que no le importo nada que quienes iban hacer el trabajo eran niños, creo que el ya nos contrato sabiendo que éramos niños, porque le salíamos más barato y el trabajo lo íbamos a realizar como adultos, pues los niños de Villoría estábamos ya acostumbrados a trabajar muy duramente.

El trabajo era retirar todos los cantos que había en los prados que había muchos y allí donde había un canto no crecía la hierba,. Los prados, eran de una gran extensión y los cantos que en ellos recogíamos, teníamos que acarrearlos a hombros a un sitio bien alejado, se nos pelaban los hombros de el peso que soportábamos de acarrear las canarras y las uñas de los dedos, de coger los cantos senos gastaban asta echar sangre.

El nombre de canarra puede que sea una palabra con su origen en Villoría pues no figura ni en el diccionario. Es una cesta de mimbre sin pelar, con dos asas, para agarrar fuerte, donde echábamos los cantos que cogíamos en el prado y así llevarlos a hombros aguantando el dolor por el peso y el roce y todo para ganar unas míseras pesetas.

Y si el acarrear aquellos cantos era duro, el recogerlos quizás lo era más, pues era pleno invierno, diciembre y enero, las heladas hacían que los cantos estuvieran pegados por el hielo a la tierra como si les pegaran con cemento, tanto, que hasta que se descongelaban había que ir levantándolos con un pico para despegarlos del suelo y de seguido otros cogerlos con las manos, aguantando el dolor en los dedos por el frio y el roce, pues huelga decir que entonces los guantes ni había ni nos los hubieran dado.

¡Qué duro era aquello, sin nadie que te consolara, ni los dolores físicos, ni los morales, porque aunque éramos duros también teníamos nuestro corazoncito!

Recuerdo aquella caseta donde nos instalaron, no mucho antes había sido una cuadra donde anterior a nosotros, durmieron vacas, o cerdos y allí nos metieron con una simple manta y un saco de paja que es lo que teníamos de cama, Cada cual cogió un sitio donde dormir, todos alrededor de una hoguera que poníamos en medio del caseto. Tengo que decir que lo único bueno que allí había era la lumbre que era de ramas de encina, pues nosotros no estábamos acostumbrados a esa lumbre porque en nuestro pueblo la mayoría de las lumbre se hacía con paja y de vez en cuando con vides de la poda de las viñas. Tengo que decir, porque sé que los jóvenes de hoy no lo saben, que en aquel tiempo más de la mitad del término de Villoria eran viñas.

Continuará……………………….

SIGI.
Sigifredo María Cascón

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