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Hace pocos días que empezó el curso 2013-2014. Probablemente los estudiantes de ahora tienen poco que ver con los de antes, o no... Esto es lo que nos contaba Paquita, cuando estudiaba en Salamanca hace 27 años. El texto lo hemos recogido de Besana nº 7. Diciembre de1986. Igual hasta te suena algo

RECUERDOS DE LA ANTIGUA BESANA

Hace pocos días que empezó el curso 2013-2014. Probablemente los estudiantes de ahora tienen poco que ver con los de antes, o no… Esto es lo que nos contaba Paquita, cuando estudiaba en Salamanca hace 27 años. El texto lo hemos recogido de Besana nº 7. Diciembre de1986. Igual hasta te suena algo
DE ALGUNA MANERA

Como todos los días para un estudiante hay clases, clases aburridas. Siempre son las mismas.
Recorro un sinfín de calles conocidas; a veces veo las mismas caras, con la misma expresión de siempre. Nos conocemos, pero no te dicen nada porque no tienen nada que decirte.
Yo voy a mi ritmo: cinco minutos para el café, diez para llegar al primer semáforo que tardará dos en ponerse verde; los nervios ya me persiguen. Creo que leo todos los carteles y anuncios de las calles, no tengo otro remedio: supermercados, kioscos, bares…Por fin encuentro mi ambiente, me siento en las escaleras del Palacio de Anaya, tal vez con aburrimiento, pero siento algo dentro, muy profundo. Puedo quedarme horas y horas sentada ese marco artístico de la catedral y los jardines de la plaza de Anaya.
Estoy sola a veces, veo gente, amigos y más gente que te saluda. Me da la sensación de que no necesito entrar y encerrarme en una habitación con pupitres y pizarras, coger apuntes y poner la máxima atención al catedrático de prehistoria, porque mis clases están allí en aquellas escaleras y con aquellos amigos que son como yo: siempre con problemas, con ansiedad, con ilusiones y también con decepciones. Pero eso es lo que me gusta y a la vez lo que me angustia.
He vivido un día de clase. Vuelvo a casa y me sumerjo en mi asignatura: otro mundo diferente que también tengo que vivir, que a veces cuesta, pero que está ahí y es lo que tu eliges, es tu ilusión. Es fantástico, varios mundos te rodean, todos los sientes: en la calle, en la ciudad, en el pueblo, en la universidad, en el piso donde encuentras otra convivencia…
Una se siente libre para moverse en cualquiera de estos mundos, pero muchas veces aprisionada porque nunca sales de ellos. Todo es un ritmo de vida inevitable, angustioso unas veces, pero ilusionado otras.

Paquita

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