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La historia que voy a contar es real, vivida dentro y fuera de mi casa, donde dos cachorros adolescentes se enamoraron locamente como Romeo y Julieta.

NI A LOS PERROS LES GUSTAN LOS CUERNOS

La historia que voy a contar es real, vivida dentro y fuera de mi casa, donde dos cachorros adolescentes se enamoraron locamente como Romeo y Julieta.
Aquí en casa tenemos un perro, un schnauzer enano que tiene trece años, le pusimos Caos, es uno más de casa, sabe lo que tiene que defender, los nietos le quieren mucho y a la inversa, como suele decirse el perro es el mejor amigo del hombre; aunque algunas veces les ha enseñado los dientes porque lo quieren tanto que en ocasiones le tiran del pelo un poco fuerte, pero si están metidos en la habitación los niños, en la cuna o jugando, no hay quien abra la puerta a no ser que sea de casa, porque sabe lo que hay dentro y no se aparta.

Mi hijo Alfonso lo compró pequeñito, era una gozada jugar con el. Por entonces, una prima mía que se llama Oliva cogió una perrita que la puso, Lola, y como no tiene hijos todo el cariño lo trasmite a los perritos que para ella son como hijos. Tiene otro, este último lo recogió abandonado y lo llama Tobi. Son más listos que el hambre, y a mi prima que vive sola la están dando vida, porque cuando se le pone uno malo ya está con mi hijo a la clínica diciendo ¡si levantara mi madre la cabeza!, diría lo que haces por los perros, cosa que antes no se hacía casi con los humanos, porque no había medios.

Ya os he presentado a los personajes, ahora voy a intentar contar la historia:

«Cuando eran pequeñitos la Lola y el Caos iban de paseo por las tardes con mi mujer y mi prima, todo el tiempo iban jugando como dos niños pequeños, mordiéndose acariciándose, metiéndose entre los cereales, donde alguna vez saltaba una liebre o perdiz y volvían con el miedo en el cuerpo al lado de sus dueños, porque estaban descubriendo su vida, aquellos cachorrillos nos hacían felices a todos.

Una vez se cayó Caos al canal y no podía salir, Lola empezó a ladrar como pidiendo auxilio, llegaron mi mujer y mi prima, se tiraron a la larga para sacarlo, que casi se caen ellas y ahí nos dábamos cuenta del amor que había entre ellos.

Pero va pasando el tiempo y se van curtiendo, haciéndose mayores y te das cuenta que están enamorados por lo que ves. Recuerdo que pasando el canal que está a doscientos metros del pueblo, los llevábamos con una pequeña correa agarrados y luego los soltábamos para que se sintieran libres, salían corriendo como locos, el campo era suyo haciéndose arrumacos como dos tortolillos, si saltaba alguna liebre o perdiz la seguían porque ya no tenían miedo y con su ladridos ya sabías por donde andaban, eran felices y la caza era lo suyo, así que todo el tiempo estaban para arriba y para abajo.

A unos trescientos metros del canal pasando un pequeño pinar en una esquina de una tierra hay un árbol y cuando se agotaban de correr y de jugar allí se iban a la sombra, con la lengua fuera del esfuerzo que habían hecho, porque siempre estaban juntos uno con la cabeza encima de la barriga del otro o lamiéndose entre si para quitarse algún abreojo, esperando a que sus amos llegaran a donde estaban.

Mi prima decía «estos perros están enamorados», y es verdad; eran como dos chavales primerizos que están en la playa dándose un baño, chapoteando y jugando porque el cuerpo se lo pide, y es la primera vez que se encuentran solos disfrutando de su juventud, disfrutando de esos primeros momentos maravillosos, se salen del agua agarraditos de la mano y se tumban en la toalla cerquita y empiezan a bombear sus corazones, con esas miradas tan dulces que sus cuerpos se estremecen del momento que están pasando (estoy soñando un poco), pues estos cachorros sentían todo esto.

Pasa como año y medio aproximadamente y la Lola se pone en celo y mi prima no quería que la cogieran como decimos nosotros por aquí, la dejaba en casa y cuando la sacaba la llevaba atada.

Un buen día fue a buscar el pan donde Furris y se encontró con una amiga nuestra que tenía otro perro que se llamaba Luky, se ponen a hablar las dos y en un descuido el Luky la montó, porque estaba más maduro que el mío y en un pispás se la birló. Dándose cuenta mi prima, diciendo, pero Lola que has hecho, la mujer apenada pero ya no había remedio ya habían hecho las aguaderas, siendo más rápido el Lucky que Billy «el niño». Con el disgusto de mi prima porque no quería perros, porque si algún día quería perritos tenia ilusión que fueran del Caos. Pero se calentó la jodia Lola que podía haberse esperado al paseo de la tarde del siguiente día y allí a la sombra del árbol tranquilamente podían haber hecho el amor, pero fue tanta la fiebre que la entró que no pudo aguantar. Y como digo yo, llegando a estos extremos «no crees en Dios».

Así que ahí se terminó el amor de mi Caos hacia la Lola, porque siguieron saliendo de paseo, ella quería juerga pero caos la repudió, porque no soportaba ni que se arrimase a él. Se terminaron los besos, caricias y cada vez que le ve la perra se acerca a él porque creo yo que le sigue queriendo, el mío no le hace ni caso escapa de ella y yo digo, hombre Caos hay que perdonar porque eso de los cuernos se lleva mucho, pero el hombre lleva once años dando tumbos por donde puede, yo creo que no se ha vuelto a enamorar, porque olfato tiene, cuando sale una perra en celo no le vemos en un par de días y creo yo que se come pocas roscas aunque alguna se le cae de vez en cuando por que aunque es pequeño insiste. Nunca se asusta de los perros grandes que le han metido cada sotabanda que no se como ha salido de ellas, tres veces me lo han despellejado ingresándole a vida o muerte.

Hoy mismo que estoy escribiendo llevaba casi dos días sin llegar a casa y mi hijo ya estaba preocupado «mira a ver por donde anda», porque son como dos gotas de agua, siempre que salen a andar va a su lado, te va siguiendo con la vista como un guardaespaldas, así que hoy se me ha presentado sin lesiones pero cansadito, porque ha estado toda la noche de picos pardos, trayendo tantos picos merinos en su cuerpo que le he tenido que asear un poco, diciéndole «Caos que ya son muchos años, deja ya las escapadas nocturnas y cuida de la casa que eres más viejo que yo y una noche fuera de casa a nuestros años trae malas consecuencias, y olvídate del primer amor que eso nos ha pasado a casi todos y cuesta un poco, pero a la postre Caos, se llega a ser feliz, te lo dice tu amo.»

Alfonso «el Pindoque».

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