La esposa, hija y nieto de Caye nos dan las gracias desde lo más profundo del corazón:
«Gracias por cada palabra, cada gesto y cada abrazo que nos habéis regalado. En estos días tan duros, vuestro cariño ha sido un refugio que la familia nunca olvidará.
Villoria siempre fue mucho más que un pueblo para Caye. Era ese lugar donde el tiempo parecía ir un poco más despacio, donde cada saludo en la calle tenía nombre, donde la plaza, los caminos y las voces de siempre le hacían sentirse en casa. Allí encontró amistad, respeto y un afecto sincero que él valoraba de verdad.
Para nosotros, Villoria es un trocito de su historia y de su alegría. Un sitio al que siempre volvía con el corazón abierto, sabiendo que era bienvenido, sabiendo que allí se le quería.
Hoy queremos creer que, desde donde esté, sigue entre nosotros. Como una estrella tranquila que vela por Villoria, por sus rincones, por la gente que lo acompañó tantas veces y que hoy le recuerda con tanto cariño.
Porque mientras lo tengamos presente, mientras alguien mencione su nombre en una conversación en la plaza o en un paseo por las calles que él conocía tan bien, él seguirá vivo. Su luz, su risa y su manera de ser seguirán caminando junto a nosotros, en nuestros recuerdos y en nuestro corazón».
