Con la fiesta del Voto a la vuelta de la esquina, recuperamos una de la procesión en honor a Santa Bárbara. Vestidos de gala, zapatos nuevos, peinados impecables. No importa la tierra ni el polvo del recorrido; es la fiesta. Unos sesenta años nos separan de ese momento.
Todo ha cambiado…, o no. La tradición se mantiene, solo cambian los actores secundarios, la actriz principal es la misma, más austera, menos floreada, pero siempre venerada. Es la Santa que nos une con el vecino pueblo de Moriñigo (saludos para los moriñigueses), es la Santa de la que solo nos acordamos cuando truena y es la Santa a la que, estos días, pediremos que cesen esos truenos y esos rayos en forma de balas, bombas y misiles que están provocando tanto derramamiento de sangre, dolor y sufrimiento.
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