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Llegó el momento de la verdad.

Se acabó. Hasta aquí ha llegado la campaña electoral de unas elecciones que surgieron como fruto de un parto prematuro ante la ruptura del pacto de gobierno entre El Partido Popular y Ciudadanos.
El día 13 de febrero fue el elegido (mal día para los supersticiosos) para que los castellanos y leoneses pudiéramos ejercer nuestro derecho al voto. Y ese día está a la vuelta de la esquina.
Por primera vez, y sin que sirva de precedente, Castilla y León ha sido protagonista a nivel nacional en unas elecciones. El adelanto de las mismas, la no coincidencia con otras y el momento político que vivimos han obrado el milagro y nuestra sufrida Comunidad ha visto como era portada en todos los telediarios y periódicos de tirada nacional, tanto de prensa escrita como digital. Nunca hubo tal repercusión mediática en otras elecciones. Ahora sí que el resto de España nos sitúa sin error en el mapa político nacional. Por fin parece que lo que aquí se decida el domingo tiene una mínima importancia. Hora era, aunque mucho nos tememos que cuando pase esta vorágine todo volverá a ser como antes. Démosle tiempo.
Hasta nuestra comunidad se han acercado políticos de todos los rangos y colores: Presidente del Gobierno, ministros, ministras, presidentes y presidentas de comunidades, consejeros, líderes de partidos nacionales y regionales (con o sin representación parlamentaria), y todo aquel que entendía que su presencia mejoraba la visión que los votantes tienen de sus propuestas. Todos con un fin común: conseguir el voto, no tanto de sus afiliados y sus simpatizantes, que ese ya lo tienen, sino el de los indecisos que todavía no saben que papeleta es la que depositarán el domingo en las urnas, o el de aquellos que dudan en ir a votar o quedarse en casa.

Ahora tenemos por delante una jornada de reflexión (como si no hubiéramos tenido ya suficiente tiempo para hacerlo). Lo que si está claro es que el domingo celebramos una fiesta más de esa democracia que nos regalamos hace ya más de cuarenta años y que no debemos descuidar. Atrás quedan los debates, los discursos, las promesas. Llegó el momento de la verdad, esa verdad que se esconde en un voto y unas urnas que dictarán sentencia. Que cada uno obre en conciencia y vote lo que crea oportuno, en eso consiste el ejercicio de la libertad y la esencia democrática.

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