DESPIDIENDO A UN CURSO, DE SONRISAS CON LA MIRADA.

Se acerca el final del curso escolar, y creo que muchos de los que también sois madres y padres os
encontraréis con el mismo sentimiento que tengo yo en estos días “Ya está, lo hemos conseguido:
acabar bien el año escolar, acabarlo en las aulas.”

Hace algo más de un año, el curso escolar se acababa sin previo aviso, deprisa y corriendo, un viernes
13 de marzo. Recuerdo aquel mediodía, nadie sabía nada. Ni siquiera los profesores sabían a las
nueve de la mañana, cuando dejamos a los niños, qué iba a pasar. Había rumores, fue una semana
de mucha información y desinformación, de no saber y tan sólo suponer. Y a las dos de la tarde, a la
salida del cole, nos entregan una carpeta de fichas y nos dicen: “En 15 días nos vemos, bueno… o eso
creemos.” Pasaron quince días, y otros tantos, y el curso se terminó entre e-mails de ordenador.

Y tras un verano, como el año, raro, llegaba de nuevo septiembre y el comienzo de un nuevo curso.
Un curso que ya no iba a ser igual. Nos hablaban del “Protocolo anti-covid” que se seguiría en el
colegio, de grupos burbuja y normas. Y nosotros en casa sólo pensábamos: “¿Saldrá bien? ¿Cuánto
tardarán en cerrar el cole de nuevo? ¿Qué pasa si salta algún caso?” Me atrevo a decir, que son
sentimientos que más de uno habéis tenido también en casa.

Pero, por otro lado, yo estaba feliz de que mis hijas volvieran al cole. Porque la escuela está en las
aulas y no a través de la pantalla de un ordenador. Creo que todos estamos de acuerdo, en que el
trabajo del profesorado, y también de los padres, desde casa para sacar el curso 2019/20 adelante
fue encomiable. Pero también pienso eso, que la escuela está en el aula. En la interacción alumno-profesor, en la interacción de los niños jugando en el patio con otros niños. Y, pese a todo el miedo
del inicio de este curso 2020/21, creo que podemos estar orgullosos todos de decir que hemos
llegado al final de curso bien y en junio.

Ha sido un año raro, eso estamos hartos ya de decirlo. Pero pese a las restricciones, pese a las
normativas y protocolos a seguir, se ha intentado que este curso fuese lo más normal posible para
los niños. Y tengo que agradecérselo, en primer lugar, al Claustro de profesores del CEIP Gabriel y
Galán de Villoria, que en septiembre se encontraron con la tarea no sólo de sacar este curso adelante,
sino también de elaborar el “Protocolo anti-covid” del colegio. Y, al menos desde mi perspectiva, lo
han hecho de 10. No quiero nombraros uno a uno, porque seguro me dejo a alguien en el tintero,
pero a todos y cada uno gracias por sonreír con los ojos a nuestros niños, por chocar codos en un
curso donde los abrazos y el compartir estaba prohibido, y sobre todo gracias por hacer todo lo
posible para que los niños, pese a tantas restricciones, tuvieran normalidad este curso.

En segundo lugar, si hay alguien a quienes agradecerles que este curso haya ido tan bien es a los más
pequeños, es admirable ver como de asumido tienen el uso de la mascarilla, hasta para hacer
educación física, y sin rechistar. A mí, al menos, me han dado una lección diaria.

Me permito también, el dar las gracias desde aquí a mis compañeras en la Junta Directiva del AMPA
Gabriel y Galán. Me habéis demostrado que, con ilusión e imaginación, se han podido hacer pequeñas
actividades para que los más pequeños tuvieran un poquito más de normalidad, en un curso donde
las actividades extraescolares estaban vetadas. Y también gracias al resto de madres y padres que
componen el AMPA, gracias por participar en cada actividad programada con respeto e ilusión.

Tengo que agradecer también al Ayuntamiento de Villoria, el apoyo dado al Colegio este curso. El
haber tenido cada mañana dos horas a una persona, para desinfectar baños y zonas comunes
mientras estaban en horario lectivo, y cada tarde volver a desinfectar el colegio. El haber
proporcionado al centro mascarillas y gel, y también el haber apoyado al AMPA en la compra de los
Purificadores de aire.

Y, por último, aunque a ellos les queda aún mes y medio de curso, no me quiero olvidar de la
Guardería Garabato donde cada mañana acuden nuestros más pequeños. Gracias a Susana y Virginia,
también por sonreír con los ojos a esos pequeños que se separan por primera vez de sus padres,
porque habéis afrontado un curso también complicado, de normas y protocolos también muy bien
llevados; y, además con un añadido, como ha sido el programa de tardones donde este año también
entraban los niños de infantil y primaria.

Gracias a todos y cada uno, por haber hecho posible que volvamos a celebrar el fin de curso en junio,
despidiéndolo como siempre se ha hecho y no de forma anticipada y abrupta. Sólo deseo, que cuando
iniciemos el próximo curso en septiembre, nos sonriamos con nuestras sonrisas y no sólo con la
mirada.
¡Que disfrutéis todos del verano! Esperemos que ya sin mascarilla, aunque sí con la precaución que
venimos teniendo.

Y gracias a Besana, por permitirme hacer llegar estas palabras.

C.M.M.

Te interesa

La gran mentira del consumismo.

La semana pasada, exactamente el día antes del black friday, fui a llevar a mi …