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FUNCIONARIOS SOMOS TODOS

Te lo debo amigo, no generalizo con los hechos y modales que están sucediendo, todos tenemos unos derechos y no debemos quedarnos huérfanos de ellos.

Me licenciaron de la universidad de mi pueblo, por necesidad, a los 10 años y empecé a forjarme como persona en la vida, que es la que más te enseña, por lo menos a mí, aprendiendo de buena gente y de los animales.

Ahí empezaron mis estudios, conviviendo con gallinas, palomas, ovejas y entre mucho cuerno, porque había mucho ganado, hasta salía algún novillo (casi bravo), es lo que más me ha gustado. Había que cuidarlo y limpiar sus cuadras, ir a las huertas, segar alfalfa y muchas más cosas del campo. Esta era mi universidad, con profesores de ordeno y mando, pero era uno feliz, ¡ojo! Con mis obligaciones, donde mis ojos no se podían cerrar porque había muchas cosas que hacer, que para eso me pagaban, siendo ajustado para unos amos que se llamaban Demetrio y Francisca, eran de los más pudientes del pueblo. Tenían criados y sirvienta, total, que yo era el pigorro, coge esto, vente para acá, vete para allá, ve a buscar esto…

Tenían un hijo que se llamaba, Francisco, era de los que usaban pijama cuando se iba a la cama, eso lo dijo en la presentación de uno de mis libros, en el Ateneo de Salamanca, comentando delante del público, no sé si te quiero como a un hijo o como a un hermano, pero tú Alfonso nunca usaste pijama.

Queriéndole como a un padre, o a un hermano mayor, como el a mí me lo demostró.

Estudió para ser veterinario, no se asustaba ante nada y cuando venía de vacaciones, le gustaba tanto el campo, que lo mismo araba, que metía paja por los bocines. No se le caían los anillos en nada.

Me contaba sus batallitas (con dinero), alto, inteligente, con un humor verde y sentimental, así que a las mujeres las traía locas.

Lo que está claro que a esta persona la adoraba. Me contaba (yo era un niño) que para ligar hay que usar un traje azulino, como los que se llevan ahora y no te lo pongas el día de la fiesta, porque si no, no destacas, que es cuando todos los del pueblo se lo ponen, pues es algo que llevo a cabo, porque ahora tengo la suerte de permitírmelo.

Este gran hombre sacó la plaza de veterinario y creo que estuvo unos años ejerciendo en África, donde destacó por su talentosa labor y humanidad, regresando de jefe de veterinarios a Zamora. Antes de irse a Zamora se casó con una chica, guapa, hija de unos profesores del pueblo.

El último año que le serví, le pregunté, si algún día te tengo que hacer alguna visita a la oficina, ¿Cómo tengo que llamarte, Don?, Si me llamas Don te doy cuatro de esas que dan los curas, ¡Que te trillo!, para mi eres como un hermano.

Pasan los años y nos veíamos cuando volvíamos de vacaciones a Villoria, nos echábamos unos cigarros y unos medios. Esto sucedió durante muchos años, hasta que dejamos de trabajar, él se trasladó a vivir a Salamanca, pero a menudo venía al pueblo. Tenía un huerto en el que sembraba de todo y, alguna vez nos tocó cavarlo, yo era un niño, pero me daba fuerzas estar a su lado; lo tenía todo como el jaspe de limpio y luego lo que cogía se lo daba a los vecinos.

Como dejé de trabajar a los 60 años, me iba a verle al huerto muchos días con mi nieto Jacobo de pequeñín y el tío le quería regalar una cobaya, que le hiciera yo una jaula, así que Jacobo deseando ir a verle. No se la llevé a casa, porque si no me trilla la muchacha, le daba repelús y no quería animales en casa. En el huerto estaba hecho un adefesio, que pintas, que zapatillas, ni el tío Chivarras. Le decía, amigo, donde están los trajes azulinos, ¡Es como mejor me encuentro! Me decía.

Nunca supe su ideología, pero era un demócrata convencido y entre tantos casos que me contó me relataba: estuve muchos años de jefe de veterinarios en Zamora; después de la dictadura, había un desorden burocrático y podrido, lleno de caciques y vagos. Pasaron los años, y vino el mal de las vacas locas. Te querían sobornar algunos señores ganaderos pudientes con un jamón debajo del brazo invitándote a la finca para pasar un buen día.

No querían darte explicaciones del ganado que tenían malo y supuestamente cobrar por el sacrificio. Yo por eso no pasaba, el equipo de veterinarios que teníamos fichaba, pero algunos iban a su finca. Me pasó con un sobrino de un ministro de Suarez, que fichaba y hala, hasta la hora de irse a casa; muchas veces sin saber dónde paraba. En la oficina había alguno responsable y entre ellos había mucha critica sin dar la cara, otros que trataban a la gente humilde de los pueblos que no sabían ni firmar, con su gorra y su chaqueta de pana, se reían de ellos sin ayudarles. Esto está sucediendo actualmente en muchos sitios oficiales, porque lo he vivido. Todos no podemos ser funcionarios con carrera. También hay caballeros, viven de nosotros y tengo muchos funcionarios en la familia; como es larga hay de todo.

Amigo, aquello era un desorden que mi cuerpo no aguantaba y me hubiese ido para casa. Tomé una decisión, les junté a todos y les expuse sus deberes, no quería una crítica entre compañeros, no permitiré que nadie se ría de la gente del pueblo y cumplir con vuestras horas de trabajo, porque para eso os pagan.

Aquello me costó enemistarme con muchos carroñeros, pero fue cuando empecé a dormir a gusto. Si es verdad que alguna vez iba a ver alguna vaca de gente humilde y les decía no vendáis la leche y esperar a ver si el animal se recupera. Esto me sucedió también con burros, bueyes, había que sacrificarlos, pero de no estar muy malos, se los dejaba para labrar algún cacho de huerto o tierra, así que hasta te besaban la mano. Muy bien amigo, me decían, les ponía una inyección y tiraban para adelante, no sabían cómo agradecérmelo.

Francisco, cuantas chanfainas nos hemos comido en mi bodega con otros amigos, que es lo que nos hemos llevado por delante y calentitos alguna vez. Cuánto nos hemos reído cuando vivían mi padre y mi tío Victoriano, que mucho les quisiste. Para mí ha sido un orgullo tenerte como amigo.

Soy un privilegiado, tengo mis años, pero me siento un chaval, porque me funcionan todos los miembros de mi cuerpo y como soy muy optimista, mientras que mis piernas me respondan, mis stent hagan su función, mi lengua no pare, que hablo bastante, según dicen mis hermanos y la mujer, que llevarán razón. Pero si no lo hago están con el moco caído, porque eso lo han vivido conmigo y como quiero hacer feliz a todo el que me rodea, no hay mejor cosa que abrirte en canal, contando tus historias y se escojonen de risa. Para llorar ya habrá tiempo, pero lo que está claro que no me gusta esconderme en el miedo ni en un diván, porque eso se lleva mucho aquí en los pueblos.

Voy a desgranarme como una mazorca que aparta el grano de su cuerpo, donde han estado germinando cinco meses para dar su fruto, independizándome, como yo me siento, libre y procurando ser justo. Yo creo que mi misión en esta vida, digamos que ha estado más cerca de vivir y dejar vivir, aunque me haya equivocado, diciendo lo que siento. Voy a exponer y no tengo nada en contra de nadie, pero me jode el favoritismo que han tenido toda la vida ciertas personas allegadas a la política.

Yo siempre cuando decía esta persona es funcionaria del estado, parecía como que eran todos generales, la verdad no les tengo envidia, aunque la mayoría ha vivido como dios, con muchos privilegios que no han tenido los demás. Empezando por los políticos, unos sueldazos y unas jubilaciones de tres pares de cojones, donde muchos no han dado un palo al agua. Con sus hijos en buenos colegios, sus buenas vacaciones y sus buenos escarceos que han sido muchos. Pero también ha habido gente (mucha) muy comprometida que se lo han currado y cuando te juntas con gente jubilada, hay veces que saltan chispas, yo nunca me he quejado, he sido autónomo, que yo creo que hemos sido los más machacaos. Respetando un horario y aguantando las horas con mucho calor y frío, algo que ahora no está sucediendo con mucho tráfico de influencias, donde he pagado lo que me ha impuesto el gobierno, así que no me puedo quejar, pero si me quedaba sin trabajo, no había fondos del estado para pasar el mes.

No te podías poner malo, no había vacaciones, así que si cascabas el peine (te podías caer de un andamio), te daban una paguita para que tiraran tu mujer y tus hijos, porque trabajabas más años que Matusalén. Con un servicio a la patria con cuarenta y tantos años de cotización, como mi caso y el de muchos. Estoy contento, pero esos funcionarios que les han quedado 2.000 euros para arriba y se quejan. Es imperdonable, aunque están en su derecho, quejarse y hacer manifestaciones, ¡faltaría más! Y cuando hay subidas las diferencias de unos a otros es abismal y no se dan cuenta los que gobiernan, que no será más justo los que tienen la paga mínima, subirles y a los otros congelársela. Eso sería un poco de igualdad, pero bueno es parte de los cabreos de muchos privilegiados que todavía están metiendo las narices donde no les importa. Ciertos ex generales del ejército nostálgico de no lucir sus estrellas relucientes y todas sus condecoraciones, por servir a la patria, también la hemos servido muchos y no escribiendo cartas de consolación al rey, porque España es de todos. Como está sucediendo con las famosas vacunas, dando unos ejemplos de alcaldes, consejeros, curatas y algún alto cargo del estado, que la culpa la tienen los partidos que no les mandan para casa, será mejor que se la pongan los que están en la boca del cañón, porque yo no lo estoy.

Un abrazo

ALFONSO “EL PINDOQUE”                                                                                                            2021-02-25

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