Besana Villoria – Revista digital Besana de Villoria

LA GENTE NECESITA JUSTICIA, NO TANTAS MENTIRAS


Unos la usan por intereses, otros por el poder, otros por los monopolios
Dentro de dos años todos los mafiosos y ladrones de España estarán en la calle, y los roba gallinas estarán dentro, ¡¡que vergüenza de justicia!!. No se os ocurra pronunciar que todos somos iguales ante la ley. Con lo que estamos viendo, unos que no quieren declarar, otros que no se acuerdan, otros que no saben nada,…… que la culpa es del marido.

Años y años trayendo en jaque a España, dictaminan los listos y todos a la puta calle. Como esto no se subsane se va a convertír este pais en la camorra Napolitana,¡¡ en fin!!. ¿Esto es un estado de derecho, o es un lavado de cabeza y seguirán los ladrones yendo a la oficina?.

¡¡Justicia!! que palabra más hermosa si se pusiera al lado de la verdad, donde los abogados, juristas, fiscales y jueces la pusieran todos los días para esclarecer los hechos, pero por desgracia no es así en muchos casos.

Unos la usan por intereses, otros por el poder, otros por los monopolios que se montan entre ellos para cargarse a quienes les estorban, como está sucediendo en esta bendita España, voy a intentar dar unas pinceladas de dos casos dramáticos, porque hoy hay una cimbra dictatorial de políticos corruptos.

Primer caso.

El caso de Rocío Wanninkhof, la chica de 19 años asesinada supuestamente por Dolores Vázquez Mosquera, yo no soy un entendido que sabe de todo, pero seguí el caso leyendo y viendo la televisión y es que se palpaba el escarnio que parte del pueblo dio a esta señora, la madre de la asesinada que había sido amante de Dolores Vázquez Mosquera estaba llena de odio hacia ella, salía de los juzgados metiendo cizaña. En dos o tres años el caso dio un vuelco al resolverse otro asesinato, el de la joven Sonia Carabantes en agosto del 2003, descubriéndose que el ADN encontrado en su cuerpo era el mismo hallado en el de Roció Wanninkhof. Después de muchas mentiras y rastreos, se comprobó que era del Inglés Tony Alexander King, que ya había estado en su país encarcelado, delatándole su mujer por muchos delitos que había cometido.

Los medios de comunicación y la justicia tuvieron toda la culpa de que Dolores Vázquez se pasara 17 meses encarcelada. ¿Qué vieron los jueces, abogados y fiscales? tantas horas de reflexión para juzgarla, hasta que apareció el asesino king. Cuando el tribunal dictaminó el fallo, este señor ya tenía antecedentes.

¡¡Que ya tenía antecedentes!!, digo yo entre comillas, ¿no es mejor dejar a un asesino vigilado en la calle que meter a una inocente en la cárcel?. Porque cuando salió Dolores, se fue de España con su hermana, que esto lo vi yo y mucha gente. ¿Quien le pagaba a ella todo el daño que la habían hecho?
El dinero que la dieron no sirvió de nada, porque la mataron en vida siendo inocente.

Segunda historia.

Ocurrió en Cespedosa de Tormes en el año 1909, fue lo último que se supo de Don Leopoldo Soler Monje, de profesión médico, alto, guapo y muy amable, se hizo querer por todo el mundo y hasta ayudaba a gente necesitada, pero gozaba del trato de favor que le daban el maestro, el párroco, el alcalde, el secretario del ayuntamiento, es decir pertenecía a la élite del pueblo y por tanto era un ciudadano fuera de sospecha. Pero tenía un defecto, le gustaban mucho las mujeres, solo pensaba en el sexo y cuando las visitaba se aprovechaba de ellas. Del día 10 al 11 de junio de 1909, estuvo echando la partida y tomando unos vinos con unos amigos, le comenta a un amigo, Santiago «El Chanquete», ahora que la gente sale a la era a limpiar, yo aprovecho y me voy con sus mujeres a la cama, y le contestó el amigo, si me haces eso a mi te corto el pescuezo.

De allí se fueron a la taberna de Victoria con sus amigos, que por cierto estaba cerrada, les dijo iros para casa, que ahora que ya viene el aire solano es cuando yo vivo. Encima se mofaba de los jóvenes que tenían sus novias, diciendo que se las tiraba. Fueron las últimas palabras de aquel sujeto, al día siguiente le encontró una niña tendido en el suelo con su bastón en el brazo y el cuello cortado, el bastón ocultaba un sable.

La muerte de este señor no sorprendió a nadie, en el fondo todo el mundo lo deseaba, la benemérita empezó a indagar el suceso, entonces no daban caramelos, sino leña, así que al que lo llamaban ya sabía lo que le esperaba, leña y leña. Pero toda las sospechas cayeron sobre Pablo Vallejo, Ciriaco Hernández «El Brujo» y Santiago Hernández «Chanquete». Como no daban con los culpables, los del tricornio al primero que llamaron fue a Santiago «El Chanquete», diciéndole el agente, hombre Santiago, al final nos vas a contar lo sucedido, cuando veníamos nos han contado que habías matado tu al médico, la contestación no se hizo esperar, fíjese señor guardia que casualidad, pues a mí me han dicho que ha sido usted, enfurecido el guardia le pegó con la culata del mosquetón, rompiéndole los dientes hasta dejarlo sin sentido. Al no dar con los culpables las investigaciones se hicieron en Béjar, que era cabeza de partido, finalmente y tras mucho tiempo encarcelaron a los acusados.

Un día una persona del pueblo fue a verlos, le dijo a Chanquete, se quien ha matado al médico y lo voy a contar, chanquete le respondió calla y no digas nada, que yo también lo sé y no quiero decirlo, al médico lo mato el pueblo, se lo merecía.

Más de 100 años han pasado, no se ha sabido quien mató al médico, estuvieron durante veinte años que un médico llegaba y pronto se iba, no se quería quedar ninguno en Cespedosa y encima cobraban más de lo normal. Fue muy castigado este pueblo, que un día decidió que antes de ser mofa de un forastero, cargarían con su muerte por avasallar a un pueblo humilde, porque no es un pueblo de matones ni modo que se le parezca, sino gente orgullosa, pero humilde, horrada, sencilla y hospitalaria y doy fe de ello, porque he estado en el. A este pueblo lo trató muy mal el colegio de médicos, hasta después de la guerra que vino Don Ramón, sirviendo sin atropellar a nadie, al contrario, estuvo al servicio del que lo necesitó.


Un abrazo.
ALFONSO «EL PINDOQUE»

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