Besana Villoria – Revista digital Besana de Villoria

LA CARA HUMANA DE LOS NÚMEROS

La Unión Europea define como «pobres» ….
…a aquellas personas que viven con menos del 50% de la Renta Media Disponible Neta (Rdn). No sé cuáles son los baremos que utiliza la Unión Europea para marcar la línea que delimita una persona pobre de otra que no lo es. Lo preocupante es que en España tenemos ocho millones de pobres, 2.150.000 hogares, aproximadamente el 20 % de la población, que se dice pronto.
Una cosa es escuchar lo que nos dicen quienes no gobiernan, palabras ambiguas que no solucionan nada, y otra muy distinta ver la cruda realidad de las cifras oficiales. Y las cifras oficiales son demoledoras: dentro de los denominados «pobres», en España hay 1.700.000 personas, 300.000 hogares (menos del 25% de la Rdn) que viven en la denominada pobreza severa. Pero todavía hay más: 500.000 personas viven dentro de la pobreza extrema, que traducido a pie de calle significa infraviviendas, paro, analfabetismo, enfermedades y exclusiones sociales. Sólo Grecia y Portugal tienen unas tasas de pobreza superiores a las nuestras.
Los estudios muestran también que la pobreza en España es esencialmente urbana y que afecta sobre todo a inmigrantes, mujeres y jóvenes: cuatro de cada diez pobres y seis de cada diez pobres extremos tiene menos de 25 años. El estudio de la Fundación Faessa para Cáritas muestra que entre los años 2007 y 2009 la tasa de pobreza ha aumentado un 3,4%, es decir, un millón de pobres más. El estudio también habla de la exclusión social, que ha pasado del 15,3% al 18,3% en 2009. A los excluidos sociales la pobreza les afecta el doble y también les cuesta salir de ella el doble de esfuerzo que a los demás.
Ya termino con las cifras: la tasa de paro de septiembre llega al 20,8% , la Encuesta de Población Activa del tercer trimestre del año arroja 4.547.000 personas inactivas y el Instituto Nacional de Empleo registró en octubre 4.085.000 parados.
Los números son fríos y aburridos, el problema es cuando hay que poner cara a cada una de esas personas que aparecen en las encuestas, a cada una de esos millones de tragedias diarias que se están produciendo en nuestro país. No hace falta mirar muy lejos; ejemplos los tenemos aquí mismo, en Villoria, en nuestro mismo barrio o al lado de nuestra casa.
Este ha sido el resultado de las mil veces proclamada política social del Gobierno, del autobombo, del buen rollito y de la falta de responsabilidad de los indigentes intelectuales que nos gobiernan. Y no se hagan ilusiones porque esto va para largo. España necesita crecer a un ritmo de entre el 2 y el 3% anual para crear empleo y eso, a día de hoy, es como pedirle peras al olmo.
Poco importará quien gane o pierda las próximas elecciones porque a usted, a mí y a todos los españoles, al pueblo, en definitiva, no nos queda otra que apretar los dientes y capear el temporal de la mejor manera posible. Aquí nadie va a venir a sacarnos las castañas del fuego. Unos recurren a organizaciones como Cáritas o los bancos de alimentos, otros a la economía sumergida y otros, una gran mayoría, a la solidaridad y ayuda de familiares y amigos.
El presidente del Gobierno se reunió la semana pasada con las empresas más importantes de España. Pocas veces ha habido más personas millonarias por metro cuadrado que en esa habitación. A mí muchos me sonaban, no tanto sus nombres como las empresas a las que representan. Me sonaban porque cada mes algunas de ellas me envían puntualmente a casa una carta que me da miedo abrir: Repsol, Telefónica, Iberdrola…escalofríos me entran.
Ojalá la reunión haya servido para algo y pronto veamos los resultados, pero a mí me pareció que allí faltaba gente. Faltaba, por ejemplo, un hombre con callos en las manos de tanto llamar a las puertas buscando trabajo, un ama de casa que estira milagrosamente el escaso sueldo para mantener a sus hijos, un emigrante que un día llegó a España pensando que saldría de la miseria…faltaba alguien que le contara a nuestro presidente la verdad, faltaba, en definitiva, la cara humana de los números.

EL PÁNCARO.

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