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Estas canciones del año 1970 y 1971, seguro que las recordais mas cercanas, incluso los jovenes, de oirlas cantar a vuestros mayores.

CANCIONES DEL VERANO VII

Estas canciones del año 1970 y 1971, seguro que las recordais mas cercanas, incluso los jovenes, de oirlas cantar a vuestros mayores.
1970 y La historia

Llegar y besar el santo. Esto fue lo que les ocurrió a Los Diablos. Con Un rayo de sol, su debut discográfico, la banda integrada por Agustín Ramírez (cantante), Enrique Martín (guitarra), Amado Jaén (bajo) y Emilio Sánchez (batería) lograba el título de canción oficial del verano de 1970. De esta forma surgiría un grupo que, junto a Fórmula V o super-Georgie Dann, acabaría convirtiéndose en el rey indiscutible del género a través de los tiempos. Un rayo de sol no sería más que el pistoletazo de salida de una carrera caracterizada por una abundante sucesión de números uno que arrasaron durante toda la década de los setenta y aún hoy día continúan como referente incuestionable de la verbena pop dance. Llegados a este punto se hace preciso una puntualización del autor de este culebrón musical: los éxitos de los grupos o solistas estrella de la canción del verano, como los nombrados anteriormente, merecerían de por sí un apartado especial y deberían figurar como temas estivales preferentes en más de un año. Pero ha sido mi intención reflejar aquí la gama más variada posible de artistas, evitando repetir protagonista, en el intento de ofrecer una imagen lo más completa posible del elenco de figuras que han dedicado su talento a este fenómeno tan singular. Así que, pidiendo disculpas de antemano a todos y todas los fans y aclarando la yema a los analistas implacables, sigamos con el estribillo.

Un rayo de sol es la canción de verano redonda: ritmo endiablado (haciendo honor al apelativo del grupo), letra romántica-veraniega e inevitable aportación al tarareo, en esta ocasión por partida doble, como para que se viese que iban sobrados. Y todo ello en un año enormemente prolífico para la música española de cualquier tipo. Al nombre de Los Diablos hay que sumar los de Encarnita Polo, Fórmula V, Joan Manuel Serrat, Aguaviva, Mari Trini, Nino Bravo, Alberto Cortez, Luis Aguilé, Julián Granados, Karina, José Guardiola (el último de Filipinas), super-Georgie Dann, Perlita de Huelva, Lola Flores y Patty Pravo. Y al de Un rayo de sol, los de Paco Paco Paco, Penélope y Fiesta, Poetas andaluces, Amores, Noelia y Te quiero te quiero, Distancia, Con amor o sin amor, Lupita, Las flechas del amor, Estrella errante, El casatchock, Amigo conductor, Cómo me la maravillaría yo o La lluvia. Estamos en pleno efervescencia del verano hit parade y todos quieren aportar su granito de arena al castillo de los royalties y los bolos.
El rayo de sol que describen Los Diablos, como el uh uh de Los Bravos, puede con todo. Amparado en la ignorancia de la época en torno al melanoma, cae libremente sobre los cuerpos enardecidos en su afán de repartir amores cual cupido superstar. Y éstos no sólo lo reciben alborozados, sino que hasta son capaces de hacerle una canción y todo. Sabido es que un tarareo es imposible de descifrar, pero el de esta canción siempre me ha evocado carreras de niño por la arena ardiente, saltando al ritmillo de la canción, en busca de sombra donde refugiar los pies, intentando refrescar la quemazón soplando entre dientes (sha la la la la) y quejándome acto seguido tras el escaso éxito de tan primitivo remedio (oh oh oh).
De Los Diablos, sólo resta decirles que tras éxitos como Fin de semana (1971), Oh oh July (1972), Mi talismán (1973), Acalorado (1974), Rosana (1975) y El sol sale para todos (1976), el grupo acaba separándose en 1977, aunque aún se producirían varias reapariciones. Para los curiosos, podemos reseñar que buena parte del éxito de la banda estuvo basado la producción artística de Tony Ronald, de quien ya nos ocuparemos en una próxima entrega como intérprete destacado del pop nacional. En 1982 vuelven a la palestra aprovechando el auge del revival; y en 1995 graban y realizan giras conjuntas con sus enemigos de la época dorada (Fórmula V) bajo el nombre de Fórmula Diablos. La acogida fue tal que aún hoy se les puede ver por esos pueblos de España rememorando las glorias de sus años de juventud. Y es que a la gente le gusta el vino y al vino le gusta la gente, y la cosecha del 70 fue, ciertamente, una de las más celebradas en este país.

1971 y La historia

Lo prometido es deuda. Anunciábamos en nuestra página dedicada al año 1970 un especial dedicado a Tony Ronald, quien además de su faceta de productor de numerosos grupos de éxito de la época, brilló con luz propia como cantante. Y es precisamente en 1971 cuando este holandés errante (su verdadero nombre es Siegfried Anthonius den Boer Kramer) alcanza la cima de su éxito con un tema claramente inspirado en otro homónimo de los Beatles y que se ha convertido en un clásico más de la producción setentera en este país.
Tony recala en España a principios de los sesenta, se ubica en Barcelona y forma varios grupos, Kroners, Tony and Charlie (sí, el de La yenka) y su primera banda, sin resultado alguno. Ya en solitario , y como Tony Ronald (curioso, a pesar de vivir en la ciudad condal, de llevar por apellido artístico Ronald y el oficial Den Boer, no se le conoce relación alguna con el Barça), registra en vinilo de 45 rpm la primera versión en español de Superstar, tema central de la ópera rock. Con esta producción logra entrar en las listas de éxito envuelto en la agria polémica que acompañó a todo lo relacionado con Jesucristo Superstar hasta bien entrados los ochenta. En 1971 se presenta al Festival del Atlántico que se celebraba en la localidad tinerfeña de Puerto de la Cruz con una composición de Daniel Vangarde. La pieza, que no era otra que Help, se lleva los dos primeros premios (el de la crítica y el de interpretación) y catapulta al bueno de Siegfried a la cúspide de la fama. A partir de ese momento, año tras año, y alternando su faceta de productor de artistas como Los Diablos, Miguel Gallardo, Los Amaya, Dyango o Alicia y Nubes Grises, fue sacando consecutivos números uno en las listas, canciones como Dejaré la llave en mi puerta, I love you baby, Lady Banana, Angelina o Melodía Desencadenada.

Help se mueve en una ingenua ambigüedad emanada de la incógnita que produce el desconocimiento de quién es el receptor o receptora de la desesperada y, no obstante, bastante lúdica llamada de auxilio en cuestión. ¿Él o ella? Lo cierto es que da igual, porque en principio lo que se pide es una ayuda de carácter fraternal para olvidar un amor de esos más bien malvados e imposibles. Pero busquemos algo picante entre tanta verdura guisada. Pongamos por caso que el interlocutor del descorazonado Tony es una chica (o un chico en versión gay-glam muy de moda en otras latitudes por aquel entonces), amiga desde (la) niñez y todo lo que ustedes quieran, pero chica al fin y al cabo. ¿No estaríamos, pues, ante una tirada de tejos muy bien disimulada? «Esta noche contigo voy a salir, rey de este mundo me quiero sentir», ¿y por qué no sale solo o en pandilla? Además, nos encontramos nuevamente con los equívocos producidos por el chapurreo guiri del idioma de Galdós con resultado de que uno cree que se dice lo que parece que se quiere decir, aunque realmente se diga otra cosa. A ver, «ya pasé días tristes, ahora cambié, su compañía me hará un gran bien», ¿la compañía de quién?, ¿por qué se pasa el rato hablándole a su amigo-amiga en segunda persona y de repente se salta a la tercera sin rozar siquiera el embrague? ¿Qué tipo de bien espera el muchachito? ¿Es otro de los tantos misterios por resolver de la canción del verano española? ¿Ganaría Franco unas elecciones democráticas? ¿Sospechaban Julio Iglesias e Isabel Preysler lo que les deparaba el destino?
Lo único realmente contrastado es que, dijese lo que quisiese decir la canción, su carisma y arreglos de trompeta han pasado a la historia del pop uno grande y libre como ejemplo a seguir. A fin de cuentas, nadie le pide a una canción del verano que diga cosas coherentes, filosóficas, eruditas o elaboradas. Mejor que no diga nada, que sirva de mero adorno al ritmo y a la intención, y a ser posible con espasmos onomatopéyicos en lugar de palabras. En este sentido hay que reconocer que Help, comparada, por ejemplo, con el La, la, la de Massiel-Serrat-Dúo Dinámico es toda una exhibición de elocuencia. Y tampoco vamos a ser aquí tan tiquismiquis.

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