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¿QUIEN ENTIENDE ESTE MUNDO?. Por Alfonso «El Pindoque»

Vamos a ver si soy capaz de trasmitir un poco de humor en estos tiempos tan crudos, que casi no se ríe la gente y es una pena porque reír y hacer el amor es parte de la felicidad de las personas.
Cuidado las cosas que suceden en menos de un siglo, cuando era pequeño, que ya han pasado muchos años, se usaba de calzado unas albarcas y los humildes nos poníamos unos trapos alrededor del pie para que no se nos quedaran fríos, utilizábamos los trapos que nos hacían nuestras madres con sacos de mineral de Chile, que me parece que pesaban cien kilos, con trece y catorce años los descargábamos del camión,ahora mandas a estas criaturas que carguen con ese peso y te fusilan, si te ven los de los asuntos sociales o algún vecino, porque se vería como una explotación. Lo primero que no pueden y si los obligas un poco te hacen un corte de mangas. Nosotros con aquellos trapos envolvíamos los pies, lo peor era que te rozaban tus piececitos y no te quedaba otro remedio que tirar, había que tener huevos para llevarlos, con un abrigo de ahora, que casi lo dejas en el armario, tendríamos para trapos para medio pueblo.
Luego venían los pantalones, yo estrené pocos, así que tenía más sietes en ellos que la tabla de multiplicar, mi madre y mi hermana Pepa se tiraban horas por las noches para zurcirlos, porque no había quita y pon como ahora.
Volviendo al presente, el domingo iba a misa, me voy a poner un pantalón que me lo había puesto la semana antes, imposible, parecía que se hubiese encogido, otros cuatro casi nuevos lo mismo, Conchi diciéndome si es que te has puesto como Pepote estas navidades y eso pasa factura. Ya me sacó otro nuevo que tenía por ahí que yo sabía que era una talla más grande, la vida me dio, si no me toca ir en calzoncillos a misa. Acordaros lo que os digo, esta mujer mía me va a hacer pasar hambre para que esté en línea y a estos años va a ser muy difícil. Así que como saltaron las alarmas, se lo contó a mi hija, se pusieron de acuerdo dándome caña, y ayer fuimos a Salamanca a comprarme algún pantalón de más talla. Vamos a ver donde llegamos y yo les digo que esto son los años, la tranquilidad que tengo y no llevo sobresaltos como cuando trabajaba, el puto despertador y otras cosas. Así que ahí estamos, pero hay cosas tan ricas y con esto de MasterChef,¡Quien se aguanta! Que te comes hasta los dibujos del plato.
Volviendo al tema, recuerdo mi niñez, con aquel vestuario que usábamos que todo me sentaba bien, si estaba delgado apretaba la cuerda, que me servía de correa, para que no se cayesen los pantalones y si crecías te ponían un pantalón de un hermano mayor y estaba todo arreglado porque no había tallas como en los zapatos.
Una vez cogí unos zapatos de un hermano mayor que le estaban pequeños y a mí también, uno de ellos estaba roto por el dedo gordo, pero bueno yo lo aguantaba, me los pongo y claro el dedo gordo salía por el agujero y se veía la uña, daba un cante, y yo muy audaz que era, cada vez que me los ponía cogía el tubo negro de betún y untaba bien la uña porque no llevaba ni calcetines y el zapato quedaba arreglado. No es como ahora, que las madres tienen otro par para reponer si se les rompe, entonces nos apatuscabamos con poca mano de obra.
Esta mañana salgo a dar una vuelta al pueblo, que hacía frío y me encuentro con una chica recién casada que me llevo muy bien con ella. Llevaba en el carro a su hijo, nos saludamos, preguntándonos que tal, porque hacia tiempos que no nos veíamos. La dije, te estoy viendo con esos pantalones y te los veo muy gastados con las rodillas al aire y los muslos también, daba el cante. Me dice, que cosas tienes Alfonso, es la moda, ¡Hija esto no lo llevaba ni el tío Chivarras!, que a todo el mundo le daba pena, ¿y seguro que te han costado un cojón?, tú lo has dicho. Nos despedimos. Le dije a la mujer, hazme uno de dos que se me han quedado pequeños, porque ya se lleva de todo y como me dice mi amigo, el tendero del Pedroso, ¿por qué te crees que hay tanto paro?, ahora hacen un sujetador en cinco minutos, porque salen como churros, pero antes se tiraban días, los ponen dos lazos tapando un poco las mamarias y eso son las que los llevan, porque hay muchas jóvenes que van a pelo, así que para mí esto es la ruina. Comentábamos de cuando la generación de nuestros padres, que para hacer unas bragas y un sujetador tenían mucha mano de obra, que se lo digan a mi padre, que me contaba que en los inviernos duros de la posguerra, como no había televisión y poca lumbre se iban temprano a la cama y se metían los dos en la cama, se quitaban el frío y empezaba mi padre:
Pin, pin, la zorra macatín,
La pega, la mega
La tortolega.
Pasó por allí
un hombre
que sabe arar, trastejar
dar la vuelta a la redonda
y esta manita que se la esconda
que viene la gata rabona
¿Y donde paraba la mano?…….
Y como no había que echar muchas cuentas, porque el dinero no lo había, pues a quitar el hambre, así que subían niños por la chimenea, que alguno casi se ahogaba del humo, saliendo la mayoría chamuscados y encima que había muchas necesidades. Pero los criaban bien, no andaban con putaditas, no se cogían catarros, casi igual que ahora, que tienen dos y la mayoría de los hombres de mi pueblo están capaos, por el motivo que si tienen muchos pasan hambre. Esta es la dura realidad de la vida.
Los humildes tendrán que andar con mucho cuidado cuando se echen un calmante, tienen que estar muy despiertos, porque si se quedan un poco dormidos, ya está. Catapun chin chin, otro niño no deseado y es una pena porque España se está haciendo vieja, a consecuencia de las necesidades.
Así que la vida nos la van a dar los de fuera, porque esta gente tiene más hijos, que no sé cómo se arreglarán, así que no me extraña que dentro de cincuenta años España o Cataluña esté gobernada por algún musulmán o algún chino.
Recuerdo que me comentaba mi madre que mi padre nunca la había visto desnuda, diciéndola, madre me lo creo porque me lo cuenta usted, ¿Pero como hicieron los ocho hijos que han tenido? Sería porque no había luz, o se pondrían una gabardina para no verse nada. Pobrecillos, no disfrutaban ni siquiera de su cuerpo. Que distinto es ahora, que antes de llegar a la cama han perdido la ropa, porque les entra sofoco ¡Que puta vida! que cambios hay en ella y a los nietos les cuentas lo que nos tocó, diciéndoles que con sus años segábamos y nos ajustaban para trabajar, que lo cuentas con cariño. Pues hay veces que te dicen los padres, cuéntales otras cosas, ¡Pues mira no! porque lo único que intentamos es que sepan la historia, no, es mejor que preguntes a un joven quien fue Franco o Adolfo Suárez y te responda que si eran futbolistas, no me jodas.
Un abrazo.

ALFONSO «EL PINDOQUE»

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