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LOS PUEBLOS NO SE VENDEN…¡SE DEFIENDEN!


Algunos han expresado, aunque no veo muy claro que con convencimiento, que «los pueblos no se venden»; y quiero creer más bien que «los pueblos se defienden». Tienen historia suficiente. Tienen riqueza suficiente. Tienen posibilidades suficientes. Tienen el derecho suficiente. Tienen la razón más que suficiente. Y, sobre todo, tienen la respuesta práctica y real a la más grave problemática del mundo y de los hombres y mujeres de la sociedad de hoy. Y esta respuesta es que hay tierra y alimentos para todas las personas.

Con los pueblos del Estado Español ha jugado el capital durante los últimos cuarenta años a través de la aplicación de políticas agrícolas y ganaderas que han llevado a hacer de muchos pueblos y muchas tierras lugares desérticos y envejecidos con el fin de hacer de los alimentos una herramienta de negocio y de control de la población.

El control de las semillas, dirigir el tipo de producciones y todos los fertilizantes, herbicidas, pesticidas y demás componentes químicos utilizados; controlar las cosechas, su comercialización y distribución; el control unilateral de los animales con normas sanitarias ajenas a la opinión de los propios campesinos, han sido y están siendo los mecanismos utilizados para decidir quién podía o puede vivir de su explotación según los criterios de rentabilidad de quienes se han puesto o se han dejado utilizar por el capital multinacional.

Estas políticas ejercidas con mayor decisión y control en cada ejercicio económico y político, han sido hasta el momento una de las causas fundamentales y determinantes del abandono campesino entre nosotros y nosotras. Monsanto o Carrefour, por poner algún ejemplo, han sido algunas de las organizaciones que han buscado el único fin del lucro y del negocio en los distintos momentos del proceso de producción y distribución de los alimentos que toda la humanidad necesita.

Para que nada fuera posible de otra manera la transformación y comercialización de los productos campesinos se sitúan en manos de la industria, privando a los campesinos y campesinas, y sobre todo a los más pequeños y pequeñas la posibilidad de aprovechar legítimamente los recursos económicos provenientes de esa transformación y distribución. Los recursos económicos, subvenciones y ayudas se multiplicaron para la agroindustria que desde fuera de los pueblos ha expoliado el trabajo productivo de miles y miles de campesinos y campesinas.

A cuarenta años de este proceso que en Europa ha liderado la Comisión Europea a través de la PAC, los nuevos Tratados con EE.UU. en esta materia van a hacer que el futuro sea tan negro como el actual y bastante más. La mano negra del capital se extiende de forma definitiva si los propios habitantes, y quedan pocos, no lo remediamos.

Pero para que todo no parezca que viene de fuera de nuestras fronteras, nuestras fuerzas políticas mayoritarias se están encargando de dar un nuevo palo, y éste sí que ya definitivo, a los pueblos pequeños. Las nuevas leyes estatales y autonómicas, dejan en la intemperie toda posibilidad de gestión del propio territorio por parte de la población local; su territorio ya no será suyo, su historia ya no significará nada y sus esfuerzos se verán minimizados por privatizaciones que aparecerán para gestionar un territorio expoliado a sus verdaderos propietarios.

¡¡Así se venden los pueblos!! Y las más de las veces, como en el momento actual, con la pasividad de casi todos y todas.

Defender los pueblos y las pequeñas comunidades rurales es todo un reto y una tarea. Europa no lo va a hacer. Solamente creen en la agroindustria; la Soberanía Alimentaria les estorba, a nosotros y nosotras que queremos y sentimos los pueblos de otra manera, desde luego que no; antes al contrario, esta será nuestra única herramienta.

Nuevo artículo de Emiliano de Tapia Pérez aparecido en la revista digital Tribuna de Salamanca.

Más información de la campaña:

www.estepueblonosevende.es

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