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AIRES DE LA ALAMEDA


Estamos en pleno verano y vemos a nuestra alameda, sobre todo los fines de semana, llena de gente: de grupos, amigos, colectivos y algún vecino que otro intentando aliviar los sofocos de estas tardes veraniegas.

Creo que es una de las pocas zonas de nuestro pueblo a la que la gente acude por voluntad propia y con claros signos de hermandad, amistad y buen rollo. Últimamente observo que la ciudadanía la respeta un poco más, recoge toda la basura, no dejan ni tan siquiera restos de comidas y respeta el entorno en la medida de lo posible. Siempre con alguna excepciones, que las hay, pero que en este caso son minoría.

¿Os habéis dado cuenta de que todas las convocatorias y los actos que se hacen en la alameda son para disfrutar de la amistad y de su microclima? ¡Que pena que los árboles no dejen huella de los testigos que por ella pasan al igual que los anillos de su tronco! Me imagino que escucharán: anécdotas, chistes, risas, chascarrillos , las voces de las madres a sus niños, algún susurro amoroso de las parejas que la frecuentan y, sobre todo, ¡que curioso estando tan cerca del pueblo!, la voz de la experiencia de nuestros mayores contando sus historias en medio de la paz y la tranquilidad que allí se vive. Tranquilidad que, supongo, no les alterará la escuela de verano que en estos días están disfrutando nuestros niños y monitores.

Este invierno realizad una prueba, que en algunas ocasiones he experimentado: en noches de aire y cuando el pueblo se queda en silencio, sentaos y escuchad los sonidos de los árboles y el viento, a veces parece que estuviéramos en la playa con el oleaje rompiendo sobre la playa, otras la tranquilidad y sosiego que trasmite el susurro del viento acariciando las ramas de los árboles te ayudan a reflexionar y encontrarte a tí mismo y otras parecen quejarse, ¿quejarse de qué? Quizá es que haya motivos…

Es punto de referencia para citas desde fuera de nuestro pueblo. A ella acuden vecinos de otras localidades, grupos de mayores, jóvenes, niños, madres, colectivos etc..,es el lugar ideal en este tiempo veraniego para el reencuentro de amigos y familiares que no se ven durante el resto del año. Ella es testigo mudo de chocolatadas y guisos para comidas multitudinarias de las que daremos cuenta en las fiestas correspondientes.

A nadie se le ha ocurrido pensar que ella está siempre ahí, esperándonos para celebrar un encuentro o una celebración, sobre todo en verano con sus ramas y hojas verdes copiosas, como si fuera la madre o la abuela de todos nosotros y que, siempre, quiere tener bajo sus brazos a todos hijos o nietos. Transmite sensación de paz y tranquilidad, aun estando al lado de la carretera, para que los amantes de la lectura y las madres con sus hijos, que corretean y juegan, puedan sentirse seguros en su estancia.

Reflexionad sobre lo que la alameda representa para todos nosotros y mimémosla considerándola una más de nuestra familia, cuidándola, limpiándola y sobre todo respetándola.

PROPONGO, desde esta página, DECLARARLA BIEN DE INTERES AMISTOSO o icono de la amistad de toda nuestra villa.

EL WAPO

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